Esto es un mensaje para los hosteleros de Bilbao: vayan preparando su mejor priva, no vaya a ser que Axl Rose pase por su bar el próximo fin de semana y les pille desabastecidos. Puede que el líder de Guns N’Roses no luzca una imagen muy sofisticada, pero sus gustos en materia de bebercio parecen apuntar, sobre todo, a marcas de champán que no se sirven en Iturribide. El lunes, aprovechando que tenía día libre, el vocalista sólo tardó hora y media en pulirse 4.500 euros en el club londinense Kabaret’s Prophecy, uno de esos locales para los que la palabra pijo es un torpe elogio. La mayor parte se le fue en Krug -ya, yo tampoco sabía lo que era: pueden documentarse aquí-, pero el galante Axl no dudó en invitar a vodka a unas chicas de muy buena pinta y gustos fuertes. “Pedía botellas de 400 libras como si fuese a acabarse el mundo”, ha explicado un topo al Daily Mirror. El día que su gira pasó por Copenhague, nuestro hombre también se dedicó a libar champán hasta las seis de la mañana en un club al que muchos de ustedes no podrían entrar, el Nasa, en compañía de Lars Ulrich, batería de Metallica, y de la pareja de éste, la actriz Connie Nielsen.
Con tanta burbuja cara bailoteando en el cerebro, no parece raro que después llegue con hora y cuarto de retraso a los conciertos -en Londres se montó una buena-, que muerda en la pierna a un vigilante de seguridad en su hotel de Estocolmo o que necesite un inhalador de oxígeno entre canción y canción. Pero bueno, hablamos de Axl Rose, ¿recuerdan?