Estos días han dado para muchas declaraciones pasmosas por televisión. ¡Qué país más propenso a la hagiografía acelerada, a exagerar los méritos y perder la medida! De todas formas, a mí, la frase que me dejó con la boca más abierta fue la de un tertuliano de la ETB, que decía que todo eso que se estaba viendo a raíz de la muerte de Rocío Jurado no era su cultura, y se basaba en esta premisa para reafirmar la diferencia de Euskadi con el resto “del Estado”. Me impresionó mucho porque, claro, tampoco es mi cultura, así que a lo mejor soy vasco sin saberlo pese a haber nacido al sur de la muga. Y tampoco es la cultura de mis conocidos catalanes, gallegos, asturianos, cántabros, aragoneses, castellanos, leoneses, mallorquines, canarios, valencianos, madrileños… En realidad, también conozco a muchos andaluces que no la comparten y a algunos vascos que sí, pero eso es otro tema: a lo que iba es a la confusión de la tradición andaluza con la de España en su conjunto, un error en el que se hermanan felizmente los franquistas más trasnochados y algunos nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, y al que contribuyen muchos parlanchines televisivos con sus frases grandilocuentes sobre el simbolismo nacional. A mí me parece muy bien que uno recalque sus diferencias, pero debería darse cuenta de que muchas de ellas son iguales a las diferencias de otros y, por lo tanto, no son tan diferentes. Y olé.
Ah, lo de la foto es un farol de Málaga con la efigie del Peíto, el difunto cuñado del Risitas. ‘Street art’ andaluz para el mundo.