Una cosa es ponerse un nombre rebuscadillo, de esos que no devuelven resultados basura en Google, y otra es llevar el asunto tan lejos que nadie se atreva a citar tu grupo en voz alta: algo así ocurría con The Bewitched Hands On The Top Of Our Heads. Para cuando acababas de mencionarlos, tu interlocutor ya había perdido la paciencia. Y la opción de las siglas, que también era más o menos habitual, resultaba en un monstruoso TBHOTTOOH. Así que me parece un gran acierto que decidiesen acortar su nombre a The Bewitched Hands, algo así como las manos embrujadas. Son seis, proceden de Reims (Francia) y siempre se han pasado por el forro esa tonta exigencia de limitarse a un estilo definido: lo mismo tiran hacia el glam que hacia el power pop que hacia el folk-rock sesentero que hacia cualquier otra cosa que les apetezca. En Boss (incluida en su nuevo álbum, Vampiric Ways) recuerdan poderosamente a Madness, que por desgracia no es una referencia muy habitual en la música de nuestros días, hasta que de repente los coros femeninos se apoderan de la melodía y la llevan por los senderos misteriosos del estribillo.