Londres y Nueva York suelen llevarse la fama fuera de los círculos especializados, si es que se puede hablar de eso en algo tan poco académico como el punk, pero la escena californiana de la segunda mitad de los setenta fue una cosa impresionante, con un montón de bandas estupendas que, además, cubrían un espectro estilístico mucho más amplio del que los tópicos suelen atribuir al género. Ahí estaban, entre muchos otros, The Weirdos (su We’ve Got The Neutron Bomb sirvió para titular el libro que retrata la escena, editado aquí por Munster), Crime, los Germs, los Dead Kennedys, The Screamers, X, los Dickies, Black Flag o Circle Jerks, por citar unos cuantos miembros de la variopinta cofradía. El caso es que esta semana nos visita una reliquia de aquel lugar y aquel momento: The Zeros, los Ramones mexicanos, tocan el jueves en el Kafe Antzokia con su formación original, como debe ser. También estarán en Logroño el viernes, en plenos sanmateos.
Y yo no me canso de recomendarlos, porque la escueta producción de los Zeros, recopilada en el álbum Don’t Push Me Around, incluye varios himnos de frescura sorprendente y da para un formidable concierto de rock. Ya lo demostraron hace doce años en la Gwendolyne de Getxo, en la tercera de sus visitas a Euskadi, de la que yo salí con vinilo firmado y convertido en un leal fan. Los Zeros, que cuentan a la guitarra con el artista también conocido como El Vez, son de Chula Vista, a once kilómetros de la frontera mexicana, una ciudad que el bajista Héctor Penalosa describe así en la entrevista que le hizo Óscar Cubillo la semana pasada: «No es un lugar muy emocionante. Es un poco como… ¡Tomelloso, ja, ja…!». He dudado entre cuatro canciones, pero al final les cuelgo la obvia Don’t Push Me Around.