No hay muchos artistas que se molesten en contar con un poco de gracia sus giras, así que todas esas pequeñas cosas que ocurren en la trastienda de los conciertos de rock suelen pasarnos desapercibidas. Uno de los que se dan buena maña con eso del teclado es Billy Morrison, que se encarga de la guitarra rítmica en la banda de Billy Idol: su diario de gira suele ser una lectura entretenida (relata, por ejemplo, cómo les clavaron sesenta dólares por dos cafés y dos cruasanes en un hotel de Moscú: «No me extraña que puedan permitirse poner cúpulas de oro en todos los edificios de la ciudad», añade), así que he estado más o menos pendiente de que colgase la entrada correspondiente a su visita a Barakaldo. Y lo siento por los responsables de Turismo del Gobierno vasco, pero el grueso del texto se dedica a la intoxicación alimentaria que pilló el pobre Billy Morrison con el pescado que le sirvieron para cenar en el hotel. «Me despierto tres horas después con un dolor insoportable en el estómago y el sentimiento de que mis entrañas están a punto de hacer una dramática aparición a través de todos los orificios que tengo. Y no me equivoco», escribe.

Eso fue la víspera, y el pobre guitarrista se pasó catorce horas en la cama. Aunque logró sobrellevar el concierto en Rock Star Live, finalmente le llegó la crisis: «Durante LA Woman, la cosa se desmadra y, en un movimiento perfectamente coreografiado, espero hasta el interludio y hago mi jugada. Me quito la guitarra, se la lanzo a Jimbo, bajo las escaleras corriendo, encuentro una papelera, vomito violentamente (¿cómo puede quedarme algo dentro después de todo lo que he echado ya?), corro de vuelta a la sala, cojo la guitarra y regreso al escenario justo a tiempo para atacar el desarrollo». Se quedó tan contento del logro que espero que no lea la crítica de Cubillo, que se refiere al LA Woman de aquel concierto de Idol como la peor versión del tema de los Doors que ha escuchado jamás.

Menos mal que Morrison (Billy, no Jim) se recuperó para el día siguiente, cuando la casa Triumph prestó cuatro preciosas máquinas para que él, Billy Idol y otros dos miembros del equipo viajaran en moto hasta Madrid. Venga, un desagravio turístico: «Al salir de Bilbao, el paisaje es absolutamente hermoso, con cristalinos cielos azules y colinas onduladas a ambos lados, que se vuelven gradualmente montañas y bosques». Bueno, de esto tienen vídeo y todo (afortunadamente, de lo otro no). Ahí va…