Hace una semana, los periódicos contaban que el vigués Gabriel Domínguez había batido el récord mundial de solo de guitarra más largo, al tirarse siete horas, diez minutos y seis segundos dándoles a las cuerdas. Pues bien, ayer mismo otro vigués, el estudiante de instituto Cristian Matos, hizo trizas esa marca tan reciente: nueve horas aguantó el chaval con su solo, aunque me parece que los periódicos están haciendo menos caso esta vez, porque esto ya no parece una noticia sino un eco.
Como comprenderán, no es que en Galicia haya surgido una fiebre repentina por el rock progresivo que lleva a los guitarristas a enredarse en solos eternos, capaces de convertir a los Grateful Dead en campeones de la concisión. De hecho, según cuenta la agencia Efe, a Cristian Matos le dio tiempo de explorar distintos géneros, desde el heavy que tienen en el brevísimo vídeo de abajo (que a mis asesores de chupa con tachuelas les parece sacado del Electric Eye de Judas Priest) hasta el Para Elisa de Beethoven y la sintonía de Los Simpson. La culpa de todo esto la tiene un tal Thom Kubli, artista alemán que ha montado en el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo una instalación consistente en eso, en que los voluntarios intenten batir ante notario el récord de solo más largo. Sus normas imponen que se toque al menos una nota cada diez segundos, aunque lo verdaderamente difícil debe de ser tirarse nueve horas sin mear. ¿No será ese otro récord Guinness? ¿Y no sirve también como acto artístico?
Ay, acabo de descubrir que aquí tienen las dos últimas horas del solo.