Don McLean es uno de esos artistas encadenados de por vida al éxito de una canción, un bombazo de dimensiones históricas y globales: seguro que entre ustedes hay estudiosos de su discografía que están al tanto de lo que ha hecho estos últimos años, pero para la inmensa mayoría del mundo se trata simplemente del hombre de American Pie, el tipo que en 1971 compuso una canción de más de ocho minutos que no ha dejado de sonar desde entonces. De hecho, ahora mismo está en el número 78 de la lista británica de singles, se lo prometo, supongo que como reacción a la gira por el Reino Unido que ha hecho Don McLean por sus 40 años de carrera.
Como he tenido que escribir unas líneas sobre ese tour, que continúa por otros países europeos, no me ha quedado otro remedio que interesarme un poco más por su figura, aunque les aseguro que me daba bastante pereza. De las muchísimas cosas que no sabía sobre él, me han sorprendido especialmente tres. La primera, que es el propietario de la marca registrada American Pie (y también de la expresión «el día en que la música murió», ya saben, cuando se mataron Buddy Holly, Ritchie Valens y Big Bopper), con lo que han tenido que pagarle para titular las películas correspondientes. La segunda, que tiene una relación indirecta con otra composición inmortal, Killing Me Softly With His Song: también en 1971, la cantautora Lori Lieberman se quedó tan impresionada por un concierto suyo que escribió un poema sobre la experiencia, base para la canción que décadas más tarde aniquilaría Pitingo. Y la tercera, bueno, la tercera es que me han gustado más canciones suyas de las que esperaba. Les dejo con I Love You So, versionada después por Elvis Presley y Perry Como, e ilustrada aquí por unas imágenes que no le hacen justicia e incluso pueden ofender al espectador sensato.