Tenía tres candidatas a canción de la semana, y dos de ellas eran de grupos formados por señores muy veteranos. Como la que colgué la semana pasada también estaba firmada por un grupo de señores muy veteranos, he temido acabar convirtiendo esto en algo así como un blog de nicho, un rincón regido por un señor muy veterano que recomienda música de señores muy veteranos para señores muy veteranos. Y seguramente es así, resignémonos, pero al menos voy a disimular colgando la tercera opción, que afortunadamente es obra de una mujer alejada todavía de longevidades matusalénicas. Se trata de la lionesa Pauline Le Caignec al frente de su proyecto Kcidy, o KCIDY, porque creo que la idea es escribirlo todo en mayúsculas, aunque alguna vez ha aclarado que se trata de un nombre elegido simplemente «por el placer de la sonoridad».

Pauline es una cantante y teclista con formación de conservatorio que reparte su actividad creativa entre proyectos de diferentes estilos. En KCIDY se dedica a lo que denomina, con bastante acierto, «psicopop barroco», es decir, canciones herederas del pop sesentero francés a lo France Gall en su vertiente más impregnada de psicodelia, de esa que tanto suele gustar a los fans de Stereolab o Broadcast. Acaban de lanzar su cuarto álbum, L’immensité et l’immédiat, en el que destaca poderosísimamente, al menos en mis oídos, este La mer en hiver, es decir, El mar en invierno, con su base de clasicismo pianístico, su melodía melancólica y adictiva, su propulsión motórica y esa letra sobre la evolución de los sentimientos en una pareja de largo recorrido: «Quisiera que te enamoraras de mí una segunda vez». Y, ya saben, permanezcan sintonizados la semana que viene, porque seguramente caerá doble ración de rock viejuno pero, eso sí, buenísimo y más juvenil que el de muchos jóvenes, y además con dos bandas que llevan el sexo en el nombre.