Estoy escuchando música la mayor parte del tiempo, escribo de música por aquí todas las semanas y, a veces, incluso me dejan publicar algo sobre música en el periódico de verdad, pero vaya por delante que yo esto de la música cada vez lo entiendo menos. Yo qué sé cómo funciona esto, por qué se escuchan unas cosas y no otras, qué factor decide el éxito o el fracaso. Cinco seguidores tienen en Spotify nuestros protagonistas de hoy, el dúo británico Bryter Colours, pero a mí su álbum de debut me gusta más que muchas cosas que convocan a millones. Supongo que esa condición de músicos casi secretos se puede deber, en parte, a que su estilo no suele desencadenar viralidades y a que sus seguidores no son los más apasionados del streaming, y también a que quizá ellos no actúen como campeones de la autopromoción, pero, caramba, sigue siendo una cifra ridículamente injusta.
Como digo, tampoco es que estos caballeros se vendan mucho, y de hecho publico la única foto suya que he encontrado en la que aparece un ser humano (hay otra con un perro), una imagen de la grabación del disco en una casa adornada por un póster de Van Der Graaf Generator. Y poco más puedo contar: que Bryter Colours son un dúo formado por Brian Connaughton y Colin Heaney, a caballo entre Liverpool (Inglaterra) y Llangollen (Gales), y que su disco me parece una propuesta seria y sólida de folk o, como los ha etiquetado un colega suyo, de «folk-prog alternativo», con dosis variables de misterio y psicodelia según los cortes. Es un repertorio mayormente acústico y lento: no falta algún pasaje de liberadora expansión rítmica, pero yo prefiero esos momentos en los que bordean la liturgia boscosa (hey, la portada casi evoca el Basoa del BBK Live), como este hermoso Speak Softly Now.