No me suele gustar eso de recomendar lo que todo el mundo está recomendando. Dicho así, puede sonar un poco esnob, pero no se trata de eso: qué sentido tiene centrarnos todos en lo mismo, cuando hay tantas cosas interesantes por ahí, tantos artistas injustamente desapercibidos y tan necesitados de elogios. Pero tendría un punto de deshonestidad no traer (también) por aquí a las Lambrini Girls, que están por todas partes con su imponente álbum de debut, un disco arrollador musical y verbalmente, agresivo y a la vez tremendamente resultón. He leído en una crítica por ahí que, mientras lo escuchas, tienes la sensación de tener a la cantante gritándote al lado y de que su saliva te salpica la cara. Y así es.
Las chicas Lambrini vienen de Brighton y, tras unos cuantos cambios de formación a lo largo de sus seis años de carrera, son la vocalista y guitarrista Phoebe Lunny y la bajista Lilly Macieira, respaldadas por un misterioso batería que atiende por Banksy (y al que, sí, presentan como «el artista callejero y activista político con seudónimo»). Como una Amyl todavía más mosqueada, Phoebe escupe letras acuciantes y sin rodeos que a menudo pueden resultar incómodas para un señor mayor cis, blanco, heterosexual y aburguesado como yo (en este caso lo tengo todo), y para eso se inventó el punk, claro. He dudado entre la primera y la última y más atípica del lote y, al final, me he quedado con esta Bad Apple que abre el disco a todo trapo con una crítica a los abusos policiales, inspirada por el secuestro y asesinato de Sarah Everard a manos de un agente fuera de servicio. Y, ya que estamos con honestidades, la propia Phoebe admitió lo suyo en esta entrevista con Variety: «Soy consciente de que es muy fácil ser una chica blanca y rubia y decir ‘la Policía es mala’. Vengo de un gran lugar de privilegio para poder criticar a la Policía y no cagarme de miedo por ello».