Las últimas dos semanas quizá hayan sido las más musicalmente geriátricas de mi vida. Lo que más he escuchado han sido los nuevos álbumes de The Cure (65 años tiene Roberto), Peter Perrett (72 que, por el castigo al que ha sometido a su cuerpo, bien podrían ser 200), Tucker Zimmerman (83) y Lee Baggett, que no tengo ni idea de qué edad tiene pero, desde luego, tampoco parece un pimpollo. Y qué buenos son los cuatro. Los Cure y Perrett están vetados ya en esta sección, porque ambos tuvieron canción de la semana y aquí no se repiten artistas, así que vamos con Baggett, que es con mucho el más desconocido del lote. De hecho, es tan desconocido que yo tampoco lo conozco apenas, aunque también escuché un montón su anterior álbum, que no sé por qué no acabó apareciendo por aquí.
En fin, del cantante y guitarrista Baggett dicen las escuetas notas de prensa que es un tipo «enigmático», que procede de Filipinas y que lleva años o décadas «vagando» por la Costa Oeste de Estados Unidos, lo que esta semana podríamos llamar los Estados Unidos Demócratas. Y, desde luego, se ha impregnado bien de la música de su tierra adoptiva. Miro otra vez y también cuentan por ahí que es de oficio arbolista (sí, así se dice en castellano), lo llaman «místico del folk» y especifican que ha tocado con los más renombrados Little Wings. Sé que a algunos se les atragantará su estilo vocal, pero yo creo que sirve para contrarrestar lo que su música podría tener de exceso de clasicismo, de tentación ortodoxa: sus composiciones remiten a Neil Young, por ejemplo, pero la manera de cantar (y también cierta relajación de vagabundeo al sol) lo acerca a territorios más contemporáneos y alternativos; más indies, podríamos decir. El caso es que, igual que el anterior y, supongo, que los demás, el disco va creciendo a cada escucha, porque Lee demuestra un talento melódico extraordinario en canciones humildes pero resplandecientes como esta. «Si tienes un acertijo para mí, yo tengo una pista para ti».