Supongo que el fenómeno ya no tiene el alcance de otros tiempos, pero los británicos siguen siendo unos impresionantes creadores de hypes, unos infladores de globos capaces de alzar al estrellato a un artista casi antes de que emita una nota. Y Fat Dog están entre los beneficiarios más recientes de esta arraigada tradición: aún no habían lanzado ni un sencillo cuando ya cosechaban elogios al más alto nivel por un directo con fama de arrollador. Al fin y al cabo, la banda nació en plena pandemia con el objetivo declarado de hacer trizas el aburrimiento propio de aquella época de pocas fiestas, y lo consiguen con una combinación de punk (entendido a la manera inglesa de estos últimos años, en plan Idles y compañía) y electrónica, en una rave impetuosa y popular. Prejuicios manejan pocos, hasta el punto de haber debutado por fin con una canción de siete minutos, un disparate en esta era de la impaciencia. Ahora acaban de editar el álbum.
Dicho todo esto, a mí el hype de marras me pasó totalmente desapercibido, porque no tuve noción de la existencia del Perro Gordo hasta justo antes de las vacaciones, cuando lanzaron este Wither que es, sin ninguna duda, mi tema favorito del elepé. El núcleo de la canción es prácticamente de rock industrial, acuciante e insistente, muy apropiado para un guateque nihilista, con una especie de joven Nick Cave impartiendo doctrina desde el micrófono: «Nena, es mejor que te marchites antes de morir». Ah, sí, olvidaba decir que el batería luce máscara de perro, aunque me parece a mí un chucho demasiado fibroso y guapetón para el nombre de la banda.