Se llaman E, que quizá sea uno de los peores nombres posibles para buscarlos en internet, pero seguramente eso no le importa mucho al trío bostoniano, bastante desinteresado por la autopromoción. Thalia Zedek, el rostro más conocido de la banda, ha comentado en alguna ocasión que se bautizaron así por la nota mi (E en el mundo anglosajón), ya que reinaba en sus primeras canciones: no es que estuviesen escritas en esa tonalidad, sino que en algunas simplemente no llegaban a utilizar otro acorde. Hay otra explicación, más bonita: la E es una representación gráfica del trío, en la que el grupo sería la línea vertical y cada uno de sus miembros estaría representado por una de las rayitas horizontales, todas de la misma longitud (aunque tipografías como esta no lo respeten), para reflejar que aquí no hay líderes y que todas las personas y todos los instrumentos cuentan con el espacio necesario para expresarse. Living Waters, su quinto álbum, es una buena prueba de ello: en él debuta su nuevo batería, Ernie Kim, y se ha encargado de escribir la letra de dos de las canciones y ponerles voz, según es costumbre en esta banda, además de haber propuesto el título del disco. Las músicas las componen entre todos.
No soy una persona que suela dar mucha importancia a eso, pero lo primero que llama la atención de Living Waters (que, sin rodeos, a mí me parece uno de los mejores álbumes en lo que llevamos de año) es lo rematadamente bien que suena: el encargado de las mezclas y la masterización ha sido Ondřej Ježek, a quien apodan el Steve Albini de la República Checa, y lo cierto es que esa presencia cercana y cruda de los instrumentos recuerda poderosamente al llorado Steve. A lo mejor también influye que, al menos a mí, la música de E me evoca la vertiente más áspera de aquel rock alternativo de los 80, que siempre me ha parecido más interesante que el de la década siguiente: lo suyo es un noise rock que a menudo bordea lo experimental, pero sin perder nunca el corazón melódico, ese gancho que evita que la atención del oyente se evada hacia otros mundos más amables. La muestra más accesible de todo esto es Jumprope (es decir, comba, cuerda de saltar), que precisamente es uno de los temas con letra y voz del batería. En él se despide de una tía suya, fallecida: «Tú eres un recuerdo, yo soy un eco, ¿puedes oírme o me he desvanecido?».