Cuantos más grupos españoles de nueva hornada escucho, más me doy cuenta de lo grandes que eran Juanita y los Feos, con su añorada combinación de potencia garajera, melodías infalibles, actitud surrealista y humor oscurísimo. Pues bien, Miss España entroncan directamente con todo aquello: en ellas milita la vocalista Violeta/Juanita, que también está en Rata Negra, así que tenemos su voz punzante y también ese singular enfoque que podríamos llamar gótico-festivo, capaz de soltar los versos más macabros en mitad de una canción totalmente pegadiza y de apariencia animosa. Otros podrán intentar copiarlo, pero será en vano: se ve que hay un punto sincero y auténtico, como en algunos cantautores, aunque aquí hablemos de ser tragado por serpientes (reales o metafóricas), de dagas de dama que atraviesan la carne con gran facilidad («he visto el futuro y no estás», qué estribillo) o de una muerte trágica tras una vida trágica.

En fin, el caso es que, en cuanto empecé a reproducir el álbum que acaba de sacar el trío madrileño, con formación de teclados, bajo y batería, me quedé atrapado en su bucle maléfico. Fue, en fin, como si me hubiese tragado la culebrota de marras. Como las diez canciones pasan en veintiún minutos y cuarenta y cinco segundos, ahí me quedé dando vueltas, empezando otra vez por el principio cada vez que llegaba al final. Había podido destacar cualquiera de los diez cortes (me encanta, por ejemplo, la primera, Mi amplificador, con su letra de dos frases, pero también Uno de enero, Lirio blanco, Daga de dama, Como una serpiente…), pero al final me he decantado por la primera que se me metió en la cabeza sin remedio. Después de aquella exposición intensiva del primer día, me quedé cantando una y otra vez Cefalea tensional («se cura con orfidal»), así que ahí va como muestra. Ah, habrá que añadirla a esos listados de temas que se inspiran en el Canon de Pachelbel.