No suelo hacer listas anuales de conciertos favoritos, más allá de escoger el que más me ha gustado en la tradicional recapitulación navideña del periódico, pero el año pasado me dio por ahí, o más bien me fue saliendo de manera más o menos espontánea una bonita clasificación de doce bolos. Y a lo que voy: el cuarto de aquella listita (por detrás de Vulk, Pet Shop Boys y Lagartija Nick) fue el conciertazo arrollador que dieron Glaas en el Sarean allá por septiembre. Ya saben que el local de la plaza Corazón de María se ha convertido en algo así como el corazón post-punk de Bilbao, con un montón de convocatorias que se ajustan a esa etiqueta, y el quinteto alemán dio una memorable lección (pero una lección bailable y oscuramente gozosa) de lo que se puede hacer utilizando los instrumentos de forma no tradicionalmente rockista, en particular una guitarra que seguramente no tocó un solo riff en toda su actuación. Qué bien lo pasamos con ellos y con las latas de cerveza a un euro.
La banda berlinesa editó más o menos por entonces su álbum de debut, Qualm, y ahora acaban de darle continuidad con un EP de cuatro canciones que lleva el bonito título de Cruel Heart, Cold Summer. Me ha gustado especialmente la canción homónima, en la que el saxofón de Ruby Mai añade una capa extra al sonido ya de por sí denso de Glaas. Está claro que sumergirse en estas turbulencias en directo será una felicidad, aunque creo que las cervezas del Sarean ya andan por el euro y medio.