Qué cosa Islandia. Ya sé que cada cierto tiempo vuelvo a esta obsesión mía, que no tiene más desarrollo que el simple pasmo ante la variedad y la calidad de la producción musical de la isla nórdica, un paisito de 380.000 habitantes, más o menos como la provincia de Cáceres, en el que surgen constantemente proyectos nuevos del más variado pelaje. Además, parece que se les da bien todo, desde las marcianadas más majaras, oscuras y extremas hasta esta cosa tan bonita que tenemos hoy por aquí.
Los protagonistas son dos cantautores de distintas generaciones. El señor de la barba y el gorro de piel es Júníus Meyvant, que tiene 40 años y en realidad se llama Unnar Gísli Sigurmundsson (sí, tengo debilidad por los nombres islandeses, qué pasa, y lo que siento es que ninguno de los dos lleve la letra ð, aunque ese gusto ya me lo he dado con la firma del fotógrafo). Y la chica de las gafas y la pinta de salir de algún viejo anuario de instituto es Arny Margret, que tiene 22 años y, si le restituimos la ortografía islandesa y el patronímico, se queda como Árný Margrét Sævarsdóttir. Como en este asunto la música siempre me lleva a la geografía, veo que Arny creció en Ísafjörður (¡la letra, la letra!), un pueblito de 2.600 habitantes situado en la península noroccidental islandesa del que les voy a enlazar una foto y todo. Juntos han grabado este dúo tan relajado, tan conjuntado y tan bien arreglado, que lleva la primavera en el título (una primavera amarga, según cantan, eso sí) y deshiela los glaciares del corazón.