Por si faltaban evidencias de que este año ha sido muy raro, ahí va otra: jamás pensé que en una de mis minilistas anuales de cinco álbumes aparecerían dos discos en directo. ¡Será resultado de las alteraciones psicológicas que ha provocado la cuarentena! En fin, como es tradición, aquí va mi selección de cinco álbumes del año, precedida de las puntualizaciones también tradicionales: no son lo mejor del año sino lo que más me ha gustado, atendiendo más a sensaciones personales que a consideraciones abstractas, y perfectamente habrían podido acabar en la listilla otros títulos (en caso de empate emocional, suelo primar lo que creo que está recibiendo menos atención de lo que merece). Lo que no es tan tradicional es que haya una bola extra en forma de EP, pero tenía que hacer un hueco al artefacto que más he escuchado este año. Ahí van, en un orden que no pretende ser jerárquico pero en realidad tampoco es aleatorio.
Futuro Terror – Sangre
Futuro Terror siempre parecen sometidos a una curiosa tensión que tira de ellos en dos sentidos opuestos: hacia el pop y hacia el punk. O más bien será cosa de críticos y fans, que tienden a analizarlos desde el punto de vista de ese equilibrio, con criterio de árbitros de sokatira. Y no tiene mucho sentido, por la sencilla razón de que el trío alicantino posee un territorio que abarca legítimamente y con total naturalidad esas dos facetas: ya su álbum anterior tenía la consistencia de un disco clásico, pero en Sangre se han superado con una colección de diez canciones magníficas, que exploran la inagotable combinatoria de la formación básica de guitarra, bajo y batería. Con su energía, su rabia y su abatimiento post-punk, sus estribillos memorables y su lírica extraña y sovietizante, son los herederos que siempre debieron tener los primeros Gabinete Caligari.
Triángulo de Amor Bizarro – oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ
¡Sorpresa! Es broma: todos los álbumes de Triángulo de Amor Bizarro han acabado en las correspondientes minilistas de fin de año, y no creo en absoluto que eso se deba a mi reconocida condición de fan. El cuarteto gallego ha sabido crearse un mundo propio absorbente, cargado de referencias que no son precisamente las más habituales en la escena alternativa española (en las dos primeras canciones de este disco ya caben Einstürzende Neubauten, Big Black y el dub, antes de que irrumpa el rutilante pop a lo Cure de Vigilantes del espejo) y cada disco que lanzan les sirve para iluminar y explorar nuevos rincones de ese universo propio, siempre reconocibles pero nunca trillados, siempre generosos tanto con el ruido como con la melodía. Lejos de moderarse, cada vez los veo más alejados del reblandecido indie de estadio, tanto estilística como conceptualmente. Y qué bien.
Mythic Sunship – Changing Shapes
Un disco en directo, instrumental y con saxo, sí, pero la verdad es que no se parece mucho a Kenny G Live. El quinteto danés Mythic Sunship homenajea en su bautismo a John Coltrane y Sun Ra y practica una especie de krautrock entre lo jazzístico, lo espacial y lo stoogiano, una burrada intensa y feroz que se sitúa a mitad de camino entre la hipnosis y la destrucción total. El álbum recoge una de las tres actuaciones de la banda en el festival Roadburn del año pasado (como es lógico, eligieron la más flamígera del lote) y en cierto modo honra al directo, porque es una música que se resiste a servir como acompañamiento de fondo: más bien te arrea dos bofetadas y te lleva con ella de viaje por los astros y los infiernos.
New War – Trouble In The Air
¡Otro directo! Tanto con Mythic Sunship como con el cuarteto australiano New War, supongo que parte del impacto que me han causado sus discos en vivo se ha debido a que desconocía su trayectoria anterior. Pero existe una diferencia: lo que en los daneses puede entenderse como un muestrario de su rollo, en New War es una pieza anómala dentro de su producción. Trouble In The Air nació como un encargo inusual: les propusieron que compusieran un repertorio para un concierto en el Ayuntamiento de Melbourne, con la condición de que tenían que emplear el imponente órgano de 9.568 tubos que es el orgullo de la institución. La banda parecía especialmente indicada para ello, ya que no utilizan guitarras, y el resultado oscila entre pasajes maniacos deudores de Suicide (el órgano es una máquina insuperable para crear ruido, disonancia y atmósferas) y remansos contemplativos que podrían fundirse con los Spacemen 3 más recogidos.
Gustave Tiger – Gustave Tiger (I & II)
Gustave Tiger son húngaros y raros, con sus canciones de letra desconcertante, abarrotadas de referencias históricas y cultistas, y un abanico estilístico que abarca sin problemas desde un punk cercano al hardcore hasta un pop ochentero y soñador. Es un grupo irregular por definición y por vocación, que unas veces da en la diana más que otras, y ese rasgo se acentúa en su nuevo álbum, un artefacto bilingüe y repartido en dos entregas que toca sin inhibiciones todos los palos que les han apetecido. En la avalancha de veintiuna canciones caben certeros trallazos de art-punk, indagaciones de ambiente ruidista o incluso visiones de misticismo pop, en una diversidad intrigante que invita (bueno, me invita a mí) a la escucha repetida. El otro día estuve curioseando las playlists del guitarrista y teclista Szabó Csaba (o, como diríamos fuera de Hungría, Csaba Szabó) en Spotify y me sorprendió la cantidad de bandas en las que coincidimos: ¡hasta están ahí Triángulo de Amor Bizarro!
+ Pantocrator – La Masacre de Putis
Es un EP de cuatro canciones, así que, como viejo obsoleto que soy, me parecía mal meterlo entre los álbumes, pero es sin duda el disco que más se ha escuchado este año en mi casa. También es uno de los contadísimos que me he comprado en formato físico, porque en eso no soy viejo obsoleto sino moderno despreciable, ji, ji… Del cuarteto catalán me gusta todo: su sonido a caballo entre el garaje y el punk, sus estribillos que uno quiere cantar mil veces, esas letras demoledoras, costumbristas, contemporáneas y malhabladas que me ponen en tantos apuros con mis hijas y, por supuesto, la voz de Marta Delmont, una fenómena con pasado country que da a las canciones esa potencia y ese nervio que faltan a otras bandas.
Muy cerca de la selección final, como para haber podido entrar perfectamente en ella, se han quedado Einstürzende Neubauten, Hen Ogledd, The Left Outsides, Comando Suzie (y eso que el disco salió ayer), Phoebe Bridgers, The Chats, Lamps, Amorante, Jaye Bartell, Tvii Son, No Age, Porridge Radio, Keeley Forsyth, RVG, Tara King Th., Kacy & Clayton con Marlon Williams, Sam Burton y Dana Gavanski. Y también me han gustado mucho los discos de The Haden Triplets, Ai Aso, Calligram, Brigid Mae Power, Basurita, Buck Curran, El Bicho, El Lobo en tu Puerta, Slum Of Legs, Lauren MacColl, Daniel Higiénico, Wax Chattels, Hey Colossus, Adrianne Lenker, Balzane, Beverly Glenn-Copeland, The Cowboys, Fontaines D.C., Lithics, Lucifuge, Inquisition, Chucho, All Hits, Keaton Henson, Grandaddy, Thee MVPs, Bab L’Bluz, Deerhoof, Good Sad Happy Bad, Jeremy Tuplin, The Lovely Eggs, Tough Age, Plone, Aoiffe Nessa Frances, Cabane, Sunwatchers, Chemtrails, Sophie Hunger, Rose City Band, Cold Beat, Adulkt Life, Josephine, Thee MVPs, Dean & Britta, David Newton & Thee Mighty Angels, Songdog, Alexandræ, Special Interest, Merce Lemon, Mike Polizze, Faten Kanaan, Hypnodrone Ensemble, Varsovia, Jetstream Pony y Leah Senior.
Ya puestos, destacaré los EPs de Rafael Berrio (Insulsa es seguramente lo más emocionante del año, la voy a poner abajo), The Doomed Bird Of Providence, Sign Of Evil, Black Marble, Al Chem, Pozi, Jeanines, Mauvais Sang, Gaba, Dana Gavanski (again), Cate Le Bon y Portable Radio. Y cinco reediciones que me han gustado mucho: Voz di Sanicolau, Ranil, Astaron, Yumiko Morioka y Dhaima.
¡Vamos a por 2021!