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Algunos conciertos de febrero

 

No sé si el año ha empezado flojo o si quizá me ha pillado desganado, pero el caso es que la agenda de estas primeras semanas de 2020 me ha parecido sosísima. Parece que a partir de ahora se anima, como debe ser. Ahí van siete citas en otras tantas salas distintas.

The Neatbeats (día 9, Crazy Horse). Si uno escucha a The Neatbeats sin verlos, es muy probable que los ubique de manera errónea, tanto en lo geográfico como en lo temporal. Estos cuatro tipos suenan como una grabación original de Merseybeat de los 60, aunque el oyente puede albergar alguna sospecha si los pilla en una de sus canciones en japonés. Porque, en efecto, los Neatbeats son trajeados japoneses de Osaka que reproducen en sus discos y en sus conciertos el entusiasmo cautivador y un poco inocente del twist y el beat, tan efectivos ahora como a mediados del siglo pasado.

Rival Karma (día 19, La Nube). El local de Santutxu me hace apuntarme a planes que, en principio, no son lo mío. Sujetadme, que voy a decirlo: los dúos de guitarra y batería jamás me han interesado gran cosa, porque se me suelen hacer repetitivos a la cuarta canción. Pero, claro, la cosa cambia cuando se acortan las distancias al máximo: en La Nube, con los músicos a un palmo (o a menos, que a veces hay que apartarse para esquivar el clavijero de la guitarra), el «ninja rock» con raíz bluesera del dúo londinense Rival Karma tiene toda la pinta de provocar agradables vibraciones de esqueleto.

Asmâa Hamzaoui & Bnat Timbouktou (día 19, Kutxa Beltza). ¿Ya no hay revoluciones en la música? Pues aquí va una: la vocalista marroquí Asmâa Hamzaoui provocó un pequeño cataclismo hace dos o tres años al actuar en un festival de gnawa, un estilo reservado tradicionalmente a hombres como su padre, un maestro del estilo. Se trata de música espiritual, una especie de trance acústico protagonizado por el guembri o sentir (un laúd de sonido grave cubierto de piel de camello) y la traqueteante percusión metálica, sobre los que Asmâa y su grupo de acompañamiento (todo él femenino) entonan líneas melódicas repetitivas y embriagadoras.

Amparito (día 21, Shake!). Vale, he de reconocer que mi interés por el cuarteto madrileño se disparó por el hecho trivial de que se llaman como mi cuñada, con diminutivo y todo. Pero el álbum de debut que lanzaron allá por septiembre no ha hecho más que reafirmar ese tonto vínculo inicial: sus canciones de minuto y pico son destellos de punk vivificante y desenfadado que me suelen recordar a mis añorados Juanita y los Feos. Pueden ver a Amparito (el grupo, no mi cuñada) en la foto de arriba. Telonean los cántabros psicodélicos Jamarazza.

Él Mató a un Policía Motorizado (día 27, Kafe Antzokia). Soy muy pesado con la fascinación que ejercen sobre mí las canciones del grupo argentino, capaz de armar un tema magistral y adictivo con tres versos y dos breves melodías. Su última referencia se titula La otra dimensión y viene a ser el reverso rarito, oscuro y pausado de su anterior álbum, pero supongo que su concierto derivará en la fiesta de siempre: entre el público de Él Mató a un Policía Motorizado estaban algunas de las sonrisas más extáticas que he visto en el rock.

Joseba Irazoki, The Lizards y Elle Belga (día 28, Bizkaia Aretoa). Se me hace un poco rara la alineación de esta segunda jornada del evento gratuito Indie+Festival, pero los tres platos del menú me parecen tremendamente atractivos, aunque no tengan mucho que ver unos con otros. Por un lado tenemos al guitarrista navarro Joseba Irazoki con sus Lagunak (gente de Willis Drummond o WAS), dedicados a un rock intenso y siempre atento a driblar lo previsible. Por otro, los barceloneses The Lizards, que le dan al punk enérgico y garajero. Y, finalmente, el dúo asturiano Elle Belga, que forma parte del árbol genealógico de los míticos Manta Ray y confecciona temas frágiles, delicados e intimistas, cono entreoídos en sueños. Cantan respectivamente en euskera, inglés y castellano, para que no falte de nada.

Coàgul y Emaztegaiak (día 29, Muelle). El local de Ripa se ha convertido en el hogar social de las músicas más aventuradas. Este sábado 8, sin ir más lejos, tienen un interesante «sarao místico» montado por el sello Eclectic Reactions, el fanzine Uhin y el colectivo Manía (con un laaaargo cartel en el que figura Garazi Gorostiaga, a la que tengo muchas ganas de ver), pero mi condición de fan me lleva a destacar el concierto bisiesto de Coàgul, el barcelonés Marc O’Callaghan, al que he visto en directo en tres memorables ocasiones (dos en solitario y una como parte del dúo †††, otro grupo añorado). Yo a lo suyo lo suelo llamar pop industrial, porque combina la abrasión electrónica y sus característicos latigazos acústicos de campana con una estructura en cierta manera pegadiza, pero tomen la etiquetilla con reservas. La velada se completa con Emaztegaiak, que si no me equivoco es el dúo de Miguel A. García (algo así como el sumo sacerdote de lo experimental en Bilbao) y Enrique Garoz de Diego (que, por cierto, tiene con Garazi Gorostiaga un proyecto de sonoridades abisales, Gaba, que aprovecho para recomendar muchísimo desde aquí).

Vámonos con lo nuevo de Coàgul.

 

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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