Esta es una de esas raras semanas especiales en las que tenemos ración doble. Otras veces lo hago por capricho, o por simple incapacidad para decidirme entre dos opciones, pero en esta ocasión se debe a un designio superior, una especie de señal divina: cuando uno, en el mismo día, escucha por primera vez dos canciones nuevas que utilizan la palabra rula en su sentido de lonja de pescado, está clarísimo que tiene que hacer algo especial con ellas. Sobre todo, si son tan espléndidas como estas dos, claro.
Las dos canciones nos llevan a Asturias, que siempre es buen sitio donde ir. Empezamos con el gran Rodrigo Cuevas, un personaje que lo tiene todo: la voz, el estilazo y el conocimiento y la inteligencia necesarios para sonar rompedor y tradicional a la vez. Rodrigo lanza el mes que viene Manual de cortejo, el álbum que ha grabado con el ubicuo Raül Refree, y Muiñeira para a filla da bruxa sirve de segundo adelanto del disco. Es, claro, una muñeira que combina desenfadadamente lo ancestral y lo vanguardista, con esos ritmos de ritual electrónico y ese pasaje desconcertante en el que se escucha hablar a una mujer. El vídeo se ha convertido ya en un nuevo clásico delirante en mi casa, igual que sucedió en su momento con el de Verdiciu y con el de Y todo por un beso. Me estoy hasta cansando de decir cosas buenas, pero me temo que todavía no puedo parar, porque Rodrigo Cuevas está mañana viernes en el Antzoki y, desde luego, yo no me lo perdería si fuese ustedes. Y no me lo voy a perder siendo yo.
De rula a rula y de asturiano a asturiano, nos topamos con Gijón, el nuevo sencillo de Pablo Und Destruktion, otro príncipe del Principado. Se trata, en realidad, de una versión libre del Amsterdam de Jacques Brel que Pablo ha convertido en un himno elegiaco al viejo Gijón, echado a perder por la higiénica corrección de la modernidad. El Gijón que tanto echa de menos era el de los marineros borrachos, el de las prostitutas, el de la rula “llena de caballo y lubina” y el de Rambal, un transformista al que mataron en 1976 en el barrio de Cimadevilla. “Nuestras ciudades se han convertido en centros comerciales, nuestras iglesias se han convertido en museos y nuestros bares, nuestros amados bares, ahora son guarderías de adultos”, se lamenta el artista, y en Bilbao también nos sentimos un poco víctimas de esa maldición de nuestro tiempo que lo reduce todo a una nadería hueca y aséptica. Aquí tienen Gijón, pero ojo, que sigo debajo.
Y sigo debajo porque, claro, al escribir de dos asturianos, me he preguntado por la relación personal que puede existir entre ellos, y eso me ha llevado hasta esta chulísima petición de Change.org en la que Pablo Und Destruktion reclama al Ministerio de Justicia que sea Rodrigo Cuevas el encargado de redactar un nuevo Código Penal. “Si hay alguien que lo tiene que reformar es él, que nos ha demostrado a todos su bondad, su salero y su amor por la libertad. Y porque sabe muy bien que el pseudocivismo es enemigo de la vida”, argumenta Pablo. Y, en un comentario de Facebook, Rodrigo le adelanta algunas de sus medidas: “Condenaría a mucha gente a acariciar gatos, a pasar semanas en Torimbia bebiendo agua de manantial y a trabajos forzosos como debullar cien kilos de arbeyos mientras escuchas a un señor sabio contar viejas historias en un llar lleno de fumu”. Desgranar, guisantes, cocina, humo. De nada.