Foto: Tom Otte/Willy Hans

Cada vez que leo el nombre del dúo hamburgués Shari Vari, brota en mi cabeza el recuerdo de la pretérita tienda de discos pamplonesa Xaribari, y yo pensaba que era un simple efecto tonto de yuxtaposición en la memoria, pero acabo de indagar un poquito y a lo mejor hasta tiene su lógica. Me imagino que Shari Vari se han puesto ese nombre en honor de la canción Shari Vari, de A Number Of Names, conocida también como Sharevari y un clásico de prototechno de Detroit. Y, puesto a suponer, parece probable que el título de ese tena venga del francés charivari, es decir, jaleo, guirigay, lo mismo que xaribari en euskera.

Ya disculparán la digresión, pero es que me ha hecho gracia la cosa. Lo de la relación con la canción ochentera de marras parece bastante probable, sobre todo a juzgar por las bases de Dance Alone, aunque a mí el nombre que se me viene inmediatamente a la cabeza en cuanto empiezo a escucharla es Suicide. Y, la verdad, me suelen encantar todas las canciones que me traen a Suicide a la cabeza. Esa influencia ya no es solo una suposición mía, porque la tercera y la cuarta palabras de la nota de prensa de Shari Vari son Alan y Vega, en la frase «como si Alan Vega llevase gafas de sol rosas».

Y dejo ya de dar vueltas para explicar que Shari Vari son las artistas Sophia Kennedy y Helena Ratka, que su grupo musical nació a partir de una exposición conjunta sobre una superstar imaginaria y que me encantan sus canciones con herencia de Suicide y cierto fondo industrial, pero a la vez resultonas y bailables. Es, de hecho, ese tipo de música que me gustaría bailar en los clubes si alguna vez bailase en los clubes. Y encima tiene vídeo chulo y extraño.