Cuando hablamos de que un grupo actual hace post-punk, solemos referirnos a una variante muy concreta dentro de todos los post-punks posibles. Parece que la categoría ha quedado solo para lo que podríamos llamar punk oscuro, cuando en realidad el delta de estilos en el que desembocó el punk era vasto, con múltiples ramificaciones, y tenía su interés precisamente en esa diversidad resultante de pasar por el tamiz punk los estilos anteriores. Lo pensaba escuchando a Meatraffle, un grupo londinense que no acaba de ajustarse al cliché predominante en lo que llamamos post-punk: la Rifa de Carne, coleguillas de los más famosos Fat White Family, se caracterizan por sus gomosos bajos cercanos al dub, sus resultones apuntes de trompeta, la estructura más laxa que tensa de sus canciones (sería fácil prolongarlas en una jam interminable) y las letras politizadas y marxista-leninistas. Acaban de editar su segundo álbum, que se titula Bastard Music (esa es la etiqueta que suelen usar para lo suyo) y se abre con este envolvente Cyclops y sus monstruos contemporáneos, que alzan sus cabezas tras el “colapso socioeconómico”. Si tienen paciencia y esperan hasta el final, podrán corear sus “no pasarán” en castellano, con una mezcla de activismo decidido y acento catastrófico que no tiene nada que envidiar a los Clash.