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Alemanes juguetones (un texto repescado)

Según lo prometido, rescato aquí un textito que publiqué hace dos años en la revista de música que hacíamos entonces para los suscriptores del periódico. Va tal cual, sin actualizar, así que las referencias temporales y discográficas son las de 2017: el disco que presentaban Der Plan sigue siendo el último que han sacado, pero Andreas Dorau lleva ya un par de álbumes más (uno en colaboración con Gereon Klug y el Das Wesentliche del que hablábamos ayer).

 

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Foto: Sönke Held

Foto: Sönke Held

Los alemanes tienen fama de cuadriculados, de rígidos, de colocar la eficacia muy por encima de la imaginación. Todos sabemos que los tópicos nacionales son generalizaciones absurdas, pero basta convivir el tiempo suficiente con unos cuantos alemanes para darse cuenta de que algunos parecen decididos a alimentar el estereotipo con su conducta de robótica inflexibilidad. Y, sin embargo, hubo una etapa en la historia del rock en la que los alemanes exhibieron todas esas virtudes que no se les suelen suponer: la nueva ola alemana (Neue Deutsche Welle, o NDW para abreviar) fue un movimiento de adorable extravagancia, en el que proliferaban los grupos anómalos, ajenos a toda convención e incluso profundamente divertidos.

Según analiza Barbara Hornberger, profesora de la Universidad de Osnabrück, el punk alemán fue, sobre todo, un asunto de jóvenes de clase media, muy alejado de la estética callejera de su equivalente británico. Cuando mutó en nueva ola, adoptó múltiples formas, en una heterogeneidad extrema que podría abarcar desde el aporreo de planchas de metal de Einstürzende Neubauten hasta los bombazos comerciales de Nena o el austriaco Falco. «Y también hay una corriente de la NDW que se manifiesta en una serie de bandas con una gran inclinación hacia lo juguetón, lo cómico o incluso lo estrafalario», desarrolla Hornberger en un ensayo incluido en el volumen Perspectivas sobre la música popular alemana. Los más conocidos dentro de esa categoría serían Trio, una banda tan surreal como minimalista que alcanzó un éxito masivo con su Da Da Da, pero a su lado podríamos incluir a Döf (austriacos que también triunfaron lo suyo con Codo) o a nuestros dos protagonistas de hoy, que son noticia porque acaban de publicar sendos álbumes a estas alturas de la historia.

El primero es Andreas Dorau, sorprendentemente joven (este año ha cumplido los 53) si tenemos en cuenta que su mayor éxito data de 1981. La explicación es sencilla: Dorau compuso el tema en cuestión, Fred Vom Jupiter, como un ejercicio de clase cuando solo tenía 16 años. La canción versa sobre un extraterrestre (Fred, de Júpiter, cómo no) que se queda sin combustible, ha de aterrizar de emergencia en nuestro planeta y descubre que posee un enorme atractivo para las mujeres terrícolas. La peculiaridad del tema, editado a nombre del falso grupo Die Doraus & Die Marinas, se redondea por el hecho de estar cantado por cinco niños de entre 11 y 13 años. Dorau es recordado, sobre todo, por aquella canción que ha acabado detestando, pero después ha acumulado una larga carrera como artista pop y como compositor de bandas sonoras. Su nuevo álbum, doble, se titula Die Liebe und der Ärger der Anderen (algo así como El amor y los problemas ajenos) y, efectivamente, contiene sobre todo canciones acerca del amor, algo que no era tan previsible en un artista que lo mismo ha dedicado sus versos a la democracia («nunca es aburrida», decía) que a la Biblioteca Central de Hamburgo.

 

 

El otro nombre que ha aparecido inesperadamente en las listas de novedades es el de Der Plan, uno de los grupos fundamentales de aquella época de transgresión y búsqueda. Precisamente, ellos editaron en su sello (Ata Tak) buena parte de la discografía de Andreas Dorau, que ha ejercido un papel decisivo en su retorno a la actividad: les invitó a tocar un par de canciones en la fiesta por su 50 cumpleaños y, ante el éxito, se animaron a hacer algo nuevo. En tres semanas tenían preparado su primer disco de estudio en 25 años, Unkapitulierbar, que al parecer quiere decir algo así como ‘que no puede capitular’. «Significa que este ejército no se va a rendir nunca», ha desarrollado Pyrolator, el portavoz más habitual.

¿Quiénes son Der Plan? Kurt Dahlke, más conocido como Pyrolator, estuvo en la primera formación de D.A.F., grupo seminal de la NDW y piedra angular de ciertas ramas de la electrónica, pero se marchó tras el primer álbum y fundó Der Plan junto a Moritz Reichelt y Frank Fenstermacher, otros dos personajes de difícil encasillamiento. Influidos por Kraftwerk y The Residents, Der Plan desarrollaron lo que ellos llamaban «música inteligente de consumo fácil», es decir, una especie de vanguardia pop que no ocultaba su ambición intelectual pero la encapsulaba en composiciones de revoltosa heterodoxia, a veces casi infantiles. Y siguen más o menos igual, fieles a su lema «más arte en la música, más música en el arte». A este Lass die Katze stehn (ciertamente, charlar sobre estos artistas se vuelve un poco difícil si no se habla ni palabra de alemán) se refieren como la «canción pop» de su nuevo álbum.

 

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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