Foto: Ash Kingston

Hace mucho que mantengo una lucha conmigo mismo para que me guste más música, digamos, contemporánea: me aterra convertirme en lo que son muchos aficionados de mi edad, anclados en un pasado cada vez más remoto. Sé que nada me afectará tanto como lo que escuché con 15 o 20 años, porque sencillamente es imposible, y también tengo claro que la veteranía te condena a descubrir en mucha música nueva los armazones viejos, que a veces son lo único interesante que hay en ella. Pero soy cabezota y escucho muchos discos elogiados por la crítica más modernilla, con resultados que acaban a menudo en aburrimiento y decepción. ¿Es un signo de vejez? Quizá. Ya serán ustedes viejos, quizá incluso lo sean ya.

La intro confesional viene a cuento porque esta vez sí. Creo que el espléndido caballero estadounidense de la foto, conocido como Serpentwithfeet (él lo escribe con minúscula, pero otro efecto de mi edad es que me aburren mucho esos caprichos) y con el nombre legal de Josiah Wise, está llamado a convertirse en el próximo ídolo de quienes marcan las tendencias. O lo es ya, porque veo que Pitchfork le ha puesto un bonito 8,1 a su álbum de debut, Soil (él lo escribe con minúscula, etc., etc.). Y esta vez estoy totalmente de acuerdo, porque me parece un disco interesantísimo, raro y fascinante, en el que Serpentwithfeet reinterpreta el gospel y el R&B (contemporáneo, claro) en una música sin ataduras que lo mismo multiplica su voz en complejos arreglos (y qué voz) que utiliza repetitivos acompañamientos electrónicos al borde de lo industrial. Josiah, que de pequeño formó parte de un coro pentecostal y de joven estudió para cantante de ópera, etiquetó hace tiempo lo suyo como ‘gospel pagano’, aunque en realidad va más allá y reorienta el fervor devocional, trasladándolo desde Dios hasta el hombre amado. Sus letras son poéticas, misteriosas y sugerentes: «Chico, tengo hambre pero todos mis cuchillos están romos, / ¿te afilarás los dientes para cazar y mantenerme lleno?», dice en este Messy. Ya se imaginarán cómo lo escribe él.