Foto: Whatevert Pictures
A lo mejor empiezan a escuchar nuestra canción de la semana y piensan que me he vuelto majara, porque no tiene mucho que ver con los sonidos habituales del blog. ¡La podrían poner perfectamente en un avión, para tranquilizar al pasaje! Aguanten hasta la segunda mitad del tema y a lo mejor ya les va sonando más apropiada, porque las guitarras empiezan a hacer cosas raras y evolucionan hacia sonidos menos amigables, poco aptos para un plácido aterrizaje. Esa concepción líquida de la música, que les permite fluctuar a voluntad entre unos estilos y otros, es una característica definitoria de la banda que la firma, Jübl.
Quizá no les suenen de nada, y es lógico, porque acaban de ponerse ese nombre. Hasta el mes pasado, se llamaban A.R. Kane, y eso puede resultarles más familiar, o tal vez no, porque lo cierto es que los pobres A.R. Kane nunca lograron llegar más allá del aplauso crítico generalizado. Escuchada hoy, la discografía del dúo británico sigue sonando extraña, pero cuando empezaron, allá por la segunda mitad de los 80, gran parte de su planteamiento resultaba directamente marciano: se les solía emparentar con el preciosismo onírico de Cocteau Twins, pero su propuesta también incluía dub, soul, psicodelia o jazz, y su ascendencia africana terminaba de desorientar al oyente. Miren, hablamos de ellos aquí y aquí. Al final, lo más conocido de su carrera es el proyecto paralelo MARRS y su clásico Pump Up The Volume, que poco tenía que ver con lo que hacían habitualmente. El caso es que uno de los miembros del dúo, Rudy Tambala, había estado tocando estos últimos años bajo el nombre de A.R. Kane, y ahora ha decidido rebautizar su proyecto como Jübl para celebrar el trigésimo aniversario del primer álbum del proyecto original, el fascinante (y tremendamente olvidado) 69.