No sé mucho de Nap Eyes. Los canadienses se han cruzado a menudo en mi camino, pero nunca les había prestado mucha atención hasta su nuevo álbum, el tercero, recién editado, o mejor dicho hasta los adelantos de su nuevo álbum, entre los que figuraba este Dull Me Line. Los tenía etiquetados mentalmente como herederos de Lou Reed y The Velvet Underground, quizá demasiado herederos, y este nuevo álbum confirma esa clasificación pero a la vez demuestra que es injusto reducirlos a eso: es cierto que la voz de Nigel Chapman recuerda mucho a la de Reed, que muchos pasajes de sus canciones recuerdan al Reed más bienhumorado (con perdón por el adjetivo, Lou), pero también queda claro que Nap Eyes van mucho más allá y tienen el don de aupar varios niveles el atractivo de una canción con un arreglo, un solo de guitarra, algún detalle que rompe las previsiones que se había confeccionado el oyente. Todo ello, acompañando unas letras elaboradas, en las que no faltan las referencias literarias. Caramba, hablamos de un tipo que, cuando el periódico de su tierra (Halifax) le preguntó por la similitud con Reed, respondió a bote pronto con una cita de William Blake: “Si tienes algún sentimiento de orgullo por tu trabajo creativo, trata de recordar tus influencias, tus ancestros, las personas que son tus maestros: ellos son el sol. Su trabajo ha sido increíble, asombroso, vasto. Tú sostienes una vela, pero cualquier puede ver que es de día”.