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Cinco de 2017

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Ha llegado la hora. Los pilares del mundo se conmueven, se abren los cielos, la humanidad se estremece y Dios se echa las omnipresentes manos a los omnipresentes oídos. Es decir, que voy a largarles ahora mismo mi listilla de cinco discos favoritos del año. ¿Merece la pena volver a decir que no son los mejores, sino simplemente los que más me han gustado de la mínima parte de la producción musical que he llegado a escuchar? Menuda obviedad, ¿no? Pues nada, vamos a ello.

 

Lagartija Nick – Crimen, sabotaje y creación
crimen-sabotaje-y-creacionAntonio Arias y los suyos jamás han firmado un disco malo, pero en esta entrega nos encontramos con unos Lagartija Nick de primera, en su vertiente más ambiciosa y audaz. El disco da de sí para revisitar varios rincones de su universo creativo, incluido ese vínculo entre el flamenco y el trance guitarrero que ellos mismos establecieron y nadie ha logrado imitar con acierto. Es un álbum emocionante, que homenajea a Jesús Arias, el hermano de Antonio fallecido hace un par de años, y también es un alegato político que sabe eludir las obviedades del panfleto. Si la crítica anglosajona no fuese tan desesperantemente ombliguista, lo tendríamos en todos esos medios que marcan las tendencias internacionales.

 

Jane Weaver – Modern Kosmology
weaverLa trayectoria de Jane Weaver es rara de verdad. Durante dos décadas, la artista inglesa se mantuvo en una humilde invisibilidad, pero en 2014 su sexto álbum la entronó como admirable sacerdotisa de la psicodelia pop, capaz de tomar elementos de multitud de estilos minoritarios (el krautrock, la electrónica primitiva, el rock de las pequeñas potencias…) y reconfigurarlos en un estilo rabiosamente personal. Modern Kosmology profundiza en esa línea de pop progresivo, con un aire retrofuturista en su combinación de sonoridades pasadas y vocación exploratoria.

 

Futuro Terror – Precipicio
futuro-terrorPara mí, el disco del trío alicantino ha sido el más adictivo del año, porque me siento incapaz de escucharlo solo una vez (es media horita sin desperdicio) y me hace entrar en bucles obsesivos. En este tercer álbum, Futuro Terror se centran en el post-punk hasta el punto de recordar en algunos pasajes a los primeros Gabinete Caligari, pero su talento melódico hace pensar a veces en una especie de power pop oscuro, por lo pegadizo y lo dinámico. El nivel se vuelve excelso en El paso Dyatlov y Aelita, dos medios tiempos de turbadora penumbra soviética.

 

Jane Antonia Cornish – Into Silence
jane-antoniaLa música de Jane Antonia Cornish, que su sello describe como «meditaciones», funciona como un refugio que no deja pasar el barullo del mundo. Digamos que tapa el ruido mejor que el ruido. La compositora británica, afincada en Nueva York, ha reunido en este álbum seis piezas para violín, cuarteto de chelos, piano y electrónica, agrupados en diversas configuraciones que jamás rompen la atmósfera espaciosa y serena, como un tránsito apacible hacia el silencio del título. Ah, Jane Antonia es la chica de la foto de arriba: ¿a que no se la estaban imaginando así?

 

Grandaddy – Last Place
grandaddyJason Lytle ha admitido alguna vez que la música de su grupo, Grandaddy, resulta «ligeramente intercambiable» con la que ha ido publicando en solitario. Y no le falta razón, pero el retorno de la banda tras once años de silencio nos ha brindado a los fans uno de los alegrones del año: en Last Place nos reencontramos con la exquisita melancolía de Grandaddy, esa dulzura tristona envuelta en teclados y ruiditos que (esto sí voy a decirlo una vez más) habría merecido mucha mejor suerte. Iba a escribir que lo oigo y rejuvenezco quince años, pero me temo que el estilo de Grandaddy tiene más que ver con ser especialmente consciente del transcurso del tiempo.

 

En el cruel embudo que daba acceso a los puestos de cabeza se han quedado los álbumes de The Bug & Earth, El Lobo en tu Puerta, Snapped Ankles, Biznaga, La Bien Querida, The Jesus And Mary Chain, EWAH & The Vision Of Paradise, Pylar, Los Punsetes, B Boys, Peter Perrett y la antología de piezas electrónicas de Pauline Anna Strom, que tienen tres décadas pero para mí son igual de nuevas que el resto. Y también me han gustado mucho los discos de Myrkur, Kabbalah, Citric Dummies, Dead Heavens, Diamanda Galás (los dos que ha editado este año), Nudozurdo, IDLES, Völur, Jackson Reid Briggs & The Heaters, Ulver, Mary Lattimore, Dream Machine, Hannah Peel, Los Esmiz, Alder & Ash, Altarage y Shilpa Ray. Me parece obligado citar dos de los álbumes que más he escuchado desde enero: uno tiene ya un par de años y me ha llegado con retrasito (el arrollador La rabia que sentimos es el amor que nos quitan, de los argentinos Los Rusos Hijos de Puta) y el otro es una recopilación (Das Ist DAF, un festín en forma de caja que reúne los álbumes esenciales del grupo/dúo alemán).

Vamos a despedir la lista con un poquito de Grandaddy.

 

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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