La primera vez que escuché esta canción de Marlon Williams, allá por el verano, me quedé convencido de que iba a arrasar: clásica y a la vez personal, elegante y con un punto misterioso, lo tenía todo para convencer a cualquiera. Como creo que eso no ha sucedido (o a lo mejor sí, y no me he enterado, porque la verdad es que nunca sé bien qué está triunfando), he decidido traerla por aquí aprovechando que un título sobre vampiros y un vídeo repleto de espeluznantes ataques de un no muerto siempre encajan en vísperas de Halloween. De hecho, la canción está inspirada en la noche del 31 de octubre del año pasado: cuenta Marlon que decidió acudir a un concierto de la orquesta de la Ópera de Los Ángeles, que ponía música en directo a la peli Nosferatu, y que se vistió para la ocasión con el disfraz más terrorífico que pudo apañar. Cuando llegó a la fiesta, descubrió que los señores iban de esmoquin y las señoras con traje de fiesta, así que optó por atenerse a su indeseado papel de outsider y se sentó en el suelo a disfrutar de la película, supongo que con el gesto sombrío de un vampiro disgustado.
Ocurrió, ya lo hemos dicho, en Los Ángeles, pero Marlon procede de un pueblito costero de Nueva Zelanda. Es hijo de un músico punk con sangre maorí y una pintora, luce ese nombre en homenaje a Brando, tiene formación clásica y es un artista renombrado y premiado en su país. Yo no lo conocía de nada antes de esta canción, así que le di un tiento a su producción anterior, un disco de debut mucho más apegado a la tradición country: yo creo que en Vampire Again, adelanto de lo que será su segundo álbum, ha dado un salto de gigante. O un ambicioso vuelo de murciélago, lo que quieran. “Soy un vampiro otra vez y vengo a por ti…”.