Kenji era un robot experimental del Instituto de Investigación Robótica Akimu que fue programado para amar y no logró entender las limitaciones de su sentimiento: acabó aprisionando en su abrazo a una de las trabajadoras del centro, la encargada de comprobar a diario sus sistemas y su software, y ese abuso obligó a desprogramarlo. La historia se reveló como pura ficción, una de esas anécdotas inventadas que cuelan como verdad en el alegre cambalache de las redes sociales, pero ha logrado perpetuarse durante años y ahora se convierte en material de partida para esta hermosa canción de Esmeraldo, un proyecto de Santiago Castillo, de los cántabros Templeton.
La canción forma parte del EP de debut de Esmeraldo, que salió en marzo, pero yo no la había escuchado hasta ahora, cuando se edita una versión física… ¡en casete! Kenji, el robot es una preciosidad que se sitúa entre la psicodelia, Aviador Dro y, yo qué sé, el Jed The Humanoid de Grandaddy, pero los otros cuatro cortes de la cinta (cómo me gusta escribir esta terminología obsoleta) completan una expedición apasionante, que Castillo grabó solo y sin planificación. “Es algo así como pop rebozado con ambient y psicodelia, con ramalazos post-punk y nuevaoleros… y una fuerte influencia de las imágenes que me marcaron en la infancia, los 80 y 90”, trata de describir el artista en Mondo Sonoro. Vamos a acompañar en el sentimiento al pobre Kenji.