El notición del día es ese extraño ciclo de ocho conciertos que Kraftwerk ofrecerá en octubre en el Guggenheim de Bilbao. He tenido que leer el comunicado dos veces para asimilarlo, y después unas cuantas más para asumir las consecuencias de que cada persona pueda comprar entradas solo para una de las actuaciones, con un máximo de cuatro, al precio de 70 euros por ticket. El comprador tiene que acudir al concierto provisto de su DNI, pero entiendo que si se organizan cuatro personas con buena cartera pueden asistir a cuatro de las citas.
El caso es que el planteamiento del ciclo, con cada concierto centrado en un álbum de estudio de la banda alemana, nos obliga a escoger. ¿Cuál es el disco de Kraftwerk que elegiríamos? Por supuesto, en la lista no aparecen los tres primeros, esos interesantes muestrarios de rock libre al estilo germánico en los que la Central Energética todavía no había descubierto su poder electrónico. Me imagino que la mayor parte de las lealtades se repartirán entre Autobahn (1974), Radio-Activity (1975), Trans Europe Express (1977), The Man-Machine (1978) y Computer World (1981), aunque seguro que también hay partidarios de su producción posterior. Aquí ya hemos hecho nuestra pequeña encuesta: el compañero Julio Arrieta es muy de Radio-Activity (sostiene que la canción que le da título es la mejor de todo su catálogo), mientras que otro de los evadidos originales y kraftwerkiano de pro, Ciro Galante, se queda con Trans-Europe Express (“familia de ferroviarios, mi padre compró el disco a principios de los 80 tras reconocer el sonido de un tren sonando dentro de un bar”, justifica).
Yo me siento dividido: Radio-Activity es el primero que escuché, de niño, porque lo poseía misteriosamente el padre de mi amigo Juan, y todavía recuerdo aquella profunda sensación de extrañeza ante una música que no comprendía. Sin embargo, no puedo renunciar a la fascinación pop de los himnos contenidos en The Man-Machine, un disco del que, curiosamente, también recuerdo la primera vez que lo oí, un poco más tarde que el otro: mi padre, en una rara ventolera que le agradeceré toda la vida, se compró un equipo de música, y el chico de la tienda le demostró lo bien que sonaba poniendo a todo trapo la canción de abajo. No sé qué pensaría en aquel momento mi señor padre, que no es precisamente un technohead.
¿Ustedes con cuál se quedan?