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El piano que se disuelve

¿A que se han levantado con ganas de música clásica? No suelo traer mucho por el blog eso que algunos llaman música culta, como si el resto se dedicase a aporrear la tierra con garrotes al estilo de los trolls de La princesa Sofía, pero sucumbo de vez en cuando a un par de perversiones recurrentes, que la verdad es que tan clásicas no son: en concreto, el 4’33’’ de John Cage, con sus alucinantes derivaciones hacia el absurdo, y las piezas mágicas y gaseosas de Erik Satie. Precisamente, hoy vamos con el francés, el señor de la foto, que ha sido sometido a uno de esos experimentos de reconfiguración que tanto nos gustan por aquí.

El responsable es el artista estadounidense Hey Exit, que ha tomado todas las grabaciones existentes de la primera gimnopédie (bueno, ha dejado fuera las interpretaciones con instrumentos que no sean el piano) y las ha reproducido todas a la vez, ajustándolas a la duración de la versión más larga, de seis minutos y medio. Es decir, esa gimnopédie más larga suena a su ritmo original, mientras que las más cortas han sido dilatadas informáticamente y se reproducen, por tanto, más despacio de lo que deseaban sus intérpretes, con el sonido del piano alterado por esa ralentización. No me pidan que justifique teóricamente la ocurrencia, que seguramente no deja de ser una majarada de artista desocupado: lo único que sé es que me encanta el resultado, en el que la famosa composición de Satie se transforma en algo todavía más etéreo. Al principio, claro, todas las versiones suenan más o menos al mismo ritmo, pero pronto se empieza a apreciar el desfase y la música se disuelve en una suerte de ambient abstracto, luminoso y sedante, como un campanilleo escuchado en sueños, que se va recomponiendo progresivamente en el último tramo, cuando los múltiples tecleos tienden a coincidir. Aquí la tienen, sigo debajo.

 

 

Y sigo aquí debajo porque, no contento con esta curiosa maniobra de extrañamiento, Hey Exit ha decidido llevar las cosas aún más lejos y ha ralentizado el conjunto hasta superar la media hora, al estilo de aquella canción de Justin Bieber que mejoraba tanto al sonar un 800% más lenta. Aquí ya casi no se reconoce la pieza original y el sonido planea de manera agradable, de una manera que (lo han indicado algunos oyentes) no quedaría fuera de sitio en el Blade Runner de Vangelis. Yo creo que a Satie le habrían divertido estos caprichos: al fin y al cabo, hablamos del tipo que compuso también las Vexations, un motivo de dieciocho notas que debe ser tocado 840 veces. ¡Juguetón!

 

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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