Me encanta el nuevo álbum de los norirlandeses Girls Names, para qué le voy a dar más vueltas. Es el tercero ya, pero hasta ahora yo los conocía muy superficialmente: tenía la idea de que hacían un post-punk intenso y oscurillo muy de mi agrado, pero nunca había sintonizado con sus canciones como en este disco, al que estoy exponiéndome en obsesivo non stop desde hace cuatro días. Se titula Arms Around A Vision, salió la semana pasada y se abre con Reticence, que fue también la canción que sirvió de adelanto hace ya unos meses. Para dar más sensación de actualidad, he estado a punto de colgarles el segundo corte, que también me entusiasma, pero es que Reticence me parece completísima, con su intro y su outro disonantes y esas guitarras ochenteras que a veces me hacen pensar en los Cure, otras en New Order e incluso de vez en cuando en algunas bandas de aquella época a las que jamás he escuchado. Ah, también la voz de Cathal Cully me evoca un referente de forma irremediable: siempre me viene a la cabeza Rowland S. Howard, el traslúcido y ojeroso compinche de Nick Cave y Lydia Lunch.

«No me estoy muriendo de hambre ni nada parecido, pero prácticamente he estado viviendo a dos velas desde que tenía 22. Hoy en día, la mayor parte de la música de guitarras es solo un patio de juegos para las ricas clases medias y resulta realmente aburrido y elitista», reflexiona muy oportunamente Cathal Cully. En el cuarteto de Belfast, por cierto, también se esconde un interesante grupo electrónico, al menos a juzgar por este último disco: en él se incluyen dos breves interludios ambientales que son pequeñas maravillas.