Hay álbumes que da pena despiezar en canciones. Son, cómo diría yo, discos oceánicos, o quizá cósmicos, en los que gran parte del impacto consiste precisamente en perderse a través de su inmensidad, en abandonarse a cierto espíritu contemplativo y dejarse llevar con la confianza de que el viaje va a continuar sin sobresaltos. […]