La imagen de la foto, una versión photoshopeada del primer álbum de los Ramones, ya resultaba bastante estremecedora: era la más impactante de todas las que confeccionó la gente de Live!, un proyecto artístico que borraba de las portadas a los miembros muertos. De los Ramones originales, solo quedaba uno: el cantante Joey murió en 2001, a los 49 años; el bajista Dee Dee, en 2002, a los 50, y el guitarrista Johnny, en 2004, a los 55. Ahora ha caído el último: el batería original de los Ramones, Tommy, que también ejerció de productor y de mánager de la banda, ha fallecido en su domicilio del barrio neoyorquino de Queens. Tenía 62 años y, según parece, había recibido tratamiento por un cáncer de los conductos biliares.
Tommy tocó en los tres primeros discos de estudio de la banda y también en el mítico directo It’s Alive, lo que podríamos llamar el canon del ramonismo más ortodoxo. Resulta difícil valorar el legado de un grupo con el que la mayoría de los aficionados al rock mantenemos lazos sentimentales tan fuertes, pero tal vez basta comprobar la vigencia de su impacto musical y estético: hay en el mundo cientos de grupos que tratan de sonar como ellos, con esa interpretación impetuosa del pop de los 60, a la vez descerebrada e inteligente, y ya saben que sus camisetas están hoy cubriendo muchos pechos que jamás han sentido sus canciones. Dicen que esta, Blitzkrieg Bop, es fundamentalmente una composición de Tommy. Va por él. ¿Hay alguien a quien no le guste esto?
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