El álbum de Mutoid Man se pasa en un suspiro, tan rápido que no sé siquiera si es apropiado llamarlo álbum, aunque supongo que eso no importa demasiado: son siete temas, todos de dos minutos y pico, que transcurren de manera frenética, casi atropellada, como si al grupo le fuese a faltar espacio en el disco para meterlo todo. Pero, sin embargo, se trata de canciones de rock más o menos convencional, alejadas de esos terrenos más hardcore y metal que Ben Koller y Stephen Brodsky, los fundadores del trío de Massachusetts, exploran con sus proyectos más conocidos, Converge y All Pigs Must Die en el caso del primero y Cave In en el del segundo. Con Mutoid Man pretendían conseguir «un híbrido de Motörhead y Lightning Bolt», en palabras de Brodsky, o «una mezcla de rock progresivo y pesado de los 70 con extravagancia moderna», según la descripción de Koller, que me parece más acertada: efectivamente, su disco tiene mucho de psicodelia setentera comprimida, desmadrada, histérica, embrutecida, al borde del colapso cardiaco y musical.
Gnarcissist es la canción que abre el disco, pero ya puestos se pueden quedar escuchando el resto. Pasa en un suspiro, ya saben, y acaba con una versión la mar de entretenida de Don’t Let Me Be Misunderstood.