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Los Grammy pequeñitos

Pocas cosas pueden interesarme menos que los Grammy (bueno, sí, quizá los Grammy latinos), con esa costumbre de premiar a quienes ya han sido premiados por la vida misma y sus mercados. Ya sabrán, porque es lo que cuenta todo el mundo, que los triunfadores de esta edición han sido Daft Punk (y me alegro de que premien algo que me gusta) y Macklemore & Ryan Lewis (sobre los que ni siquiera tengo criterio), pero merece la pena bucear un poco en el laaaaaaaaaargo listado de galardones para toparse con otros nombres a lo mejor más inesperados. Por si les da pereza, les hago un resumen de lo que me vaya llamando la atención. Así, a bote pronto, los tres primeros en los que he reparado bien podrían ser los Grammy de 1970: el mejor álbum de pop instrumental se lo ha llevado el trompetista Herb Alpert (en activo desde los 50), la mejor actuación de metal ha sido para el God Is Dead? de Black Sabbath (en activo desde finales de los 60) y el mejor álbum de rock ha sido el Celebration Day de Led Zeppelin (que se fundaron más o menos a la vez que los anteriores).

Tras sacudirnos el polvo de la historia, vamos viendo el premio a la mejor grabación dance (Zedd con Foxes), la mejor actuación de rock (Imagine Dragons), la mejor canción de rock (Cut Me Some Slack, de ese curioso Frankenstein formado por Dave Grohl, Paul McCartney, Krist Novoselic y Pat Smear, con lo que podemos decir que un miembro de los Germs ha ganado un Grammy este año), el mejor álbum de música alternativa (Modern Vampires Of The City, de Vampire Weekend), el mejor álbum de new age (Love’s River, de la pianista Laura Sullivan, que es la chica de la foto), el mejor jazz improvisado en solitario (Wayne Shorter), el mejor álbum de pop latino (Draco Rosa), el «best Latin Rock, Urban or Alternative Album» (La Santa Cecilia), la mejor canción americana de raíces (Love Has Come For You, de Steve Martin y Edie Brickell), el mejor álbum de blues (Ben Harper con Charlie Musselwhite), el mejor álbum de folk (Guy Clark), el mejor álbum de músicas del mundo (compartido, ay, por Ladysmith Black Mambazo y… ¡Gipsy Kings!), la mejor actuación orquestal (las sinfonías de Sibelius a cargo de la Minnesota Orchestra)… Vale, a lo mejor esto no ha sido tan buena idea: hay ochenta y dos categorías, así que podemos morirnos antes de mencionarlas todas, y ni siquiera existe premio para la mejor música fúnebre. Les iba a colgar el mejor vídeo, de Justin Timberlake con Jay-Z, pero me parece mucho más interesante cualquiera de las categorías de la música clásica, que curiosamente es donde los Grammy se ponen por fin un poco arriesgados. Por ejemplo, un fragmento del «best classical instrumental solo», que no sé lo que quiere decir pero ha correspondido a Conjurer, concierto para percusionista y orquesta de cuerdas de John Corigliano.

 

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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