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Canción de la semana: 'Yo no toco el casiotone'

 

Los discos de F.A.N.T.A. deberían estar subvencionados, porque son capaces de dibujar una sonrisa al oyente en el segundo uno y mantenerla ahí hasta el final, a la vez que insuflan energía a los cuerpos viejos y cansados. El trío de Santa Coloma nunca falla, porque tampoco se puede decir que se lance a experimentar: lo suyo es ortodoxia punk-rock con devoción ramoniana, brillo melódico y letras que oscilan entre el costumbrismo tragicómico y la serie B. Su anterior álbum acabó entre mis favoritos de 2010, y el que acaban de sacar viene a ser más o menos igual, dicho sea con toda la admiración del mundo: «Siempre nos dicen que hacemos lo mismo, / que nuestro estilo ya está muy visto. / Las mismas letras, los mismos ritmos, / cada dos años el mismo disco. / No cambiaremos, no nos importa, / pues no queremos hacer otra cosa», cantan orgullosos en uno de los temas, acertadamente titulado Más de lo mismo.

Así que aquí estoy, sonriente y revitalizado, escuchando una y otra vez los dieciocho cortes de Así no vamos a ninguna parte: el más largo dura dos minutos y treinta y ocho segundos, una extensión casi sinfónica para F.A.N.T.A., y el más corto es justo el que he escogido como canción de la semana, Yo no toco el casiotone, con su minutito y doce segundos. Los asuntos son los de siempre («verano, zombis, surf y vampiros», enumeran en Más de lo mismo), con apariciones de mascotas psicópatas, espectáculos del lejano oeste, epidemias planetarias, atracciones de feria y relaciones basadas en la hipnosis, pero también con esa facilidad para retratar el amor perdido en cuatro versos o en historias de ocurrente patetismo: ahí está ese tipo que pone un dedo al azar en la bola del mundo, para escapar de sus recuerdos, y le toca mudarse a Albacete. ¿Y qué hay de Yo no toco el casiotone? Pues es una reacción airada contra la Barcelona moderneta del Heliogàbal, el Apolo y el Primavera, contra la gente que se deja bigote y toca organillos y ukeleles, que sonaría un poco cazurra si no fuese el desahogo de unos tipos sitiados por un ejército hostil: «Yo no vivo en Barcelona, yo soy de Santa Coloma», claman. Hala, a tomar F.A.N.T.A.

 

 

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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