Wampire es uno de esos grupos en los que todo parece un poco anómalo, empezando por el nombre: la uve doble, tan llamativa, viene del tiempo que uno de los miembros de la banda pasó en Alemania. Solía mofarse del acento con el que sus amigos de allí pronunciaban vampire, y al final se le quedó como apodo y lo ha aprovechado para bautizar el grupo. Después, está la imagen: ya ven, aquí a la derecha, a Rocky Tinder y Eric Phipps, los fundadores de este grupo de Portland (Oregón) que en directo funciona como quinteto. No siempre tienen esa pinta, pero parece que a veces sí tienen esa pinta. De hecho, otra foto de la misma sesión va a servir como portada de su álbum de debut, que sale en mayo: para el disco les han puesto ojos amarillos, como de vicioso monstruo nocturno, pero yo creo que dan más miedo sin trucajes

Y finalmente está la música de su sencillo de presentación, The Hearse, es decir, El coche fúnebre. En él practican una especie de pop garajero, trotón y tozudo, con un órgano que podría servir para empresas más siniestras, pero de repente van, cortan el ritmo poco después de los dos minutos y se cascan cuarenta segundos de parálisis sonora, en uno de los interludios más extravagantes que he oído en una canción pop. Parte de la gracia, por supuesto, está en retomar después su tonadilla.