La verdad es que, si hubiese leído la lista de ingredientes del último disco de Rotting Christ antes de escucharlo, seguramente me habría echado para atrás: lo describen como black metal melódico, que siempre me ha parecido una contradicción en los términos y me da un poco de repelús, pero es que además el grupo griego se dedica a integrar folclores diversos (ruso, rumano…) e incluso el Poema de Gilgamesh. Pero me puse a oírlo sin saber nada de esto y aquí sigo, repitiendo una y otra vez con entusiasmo de converso. El álbum entero me parece espléndido (a ver si me deja pegar aquí el titulito en griego, Κατά τον δαίμονα εαυτού), pero desde el principio me ha parecido que destaca este P’unchaw kachun/Tuta kachun, y no solo por el detalle de los coros en castellano: «Sombras de infierno, sombras de fuego…». Parece que se trata de una oración inca al sol, pero, si son tan prejuiciosos como yo, mejor que ni siquiera se enteren de eso antes de escucharla.