Clothilde ha sido durante mucho tiempo un misterio. Dejó para la historia dos EPs que contenían ocho canciones, entre las que figuran algunos de los temas más fascinantes grabados en la Francia de los 60 (lo digo yo, que no tengo ni idea de la Francia de los 60), y también un sencillo con un par de adaptaciones al italiano, aunque nunca fue muy conocida en Italia. Y después desapareció sin dejar más rastro, como un fugaz espejismo yeyé: en internet muchos hacían cábalas sobre cuál habría sido su destino, y las versiones más tremendas apuntaban a múltiples problemas psiquiátricos y un suicidio juvenil, como ya comentamos por aquí cuando elegimos canción de la semana su Fallait pas écraser la queue du chat. Por supuesto, también se traficaba un montón con las versiones digitalizadas de aquellos discos sorprendentes, un tesoro de letras disparatadas envueltas en los arreglos brillantes del productor Germinal Tenas.
El sello Born Bad Records acaba de reeditar en cedé la exigua producción de Clothilde, con el título de French Swinging Mademoiselle 1967. Pero lo mejor es que, de paso, han disipado de un soplo todos los rumores acumulados durante casi medio siglo. Porque Clothilde está viva y el libreto del cedé incluye una entrevista con ella, además de aclarar su identidad: su auténtico nombre es Élisabeth Beauvais, nació en febrero de 1948 y es hija de un escritor y periodista bastante famoso en Francia (Robert Beauvais) y de una actriz (Gisèle Parry). Su padre, por cierto, se casaría después con Ginette Garcin, la intérprete de otra de las canciones más singulares del pop francés, Cresoxipropanediol en capsule. En la entrevista, Clothilde se revela como un auténtico carácter y se dedica básicamente a explicar que todo le pareció siempre una mierda: odiaba las letras de las canciones que grabó («estúpidas y desagradables», dice), detestaba la imagen que le impuso el productor y, de hecho, vivió su breve carrera musical como «una mascarada» en la que se metió «por obedecer» a su madre. También puntualiza que su parte en la composición de las canciones en las que figura como coautora no pasó de «escribir tres frases». Según descubrimos ahora, ya era un misterio cuando estaba en activo: la muchacha, que en aquel 1967 tenía 19 añitos, negaba ser Clothilde cuando le pedían autógrafos por la calle, incluso hubo otra chica que sacó partido de tanta reserva, se hizo pasar por ella y se dedicó a girar por el sur de Francia. Al final, nuestra encantadora misántropa dejó de ponerse al teléfono cuando le llamaban de la discográfica y, como hemos dicho, desapareció sin decir au revoir. «Debo de tener tres fans y medio por ahí», dice, la muy escéptica.
Venga, por favor, escuchen estas joyitas.