Estos días está de moda otra Cecilia, de apellido Giménez, la buena mujer que ha convertido el vulgarote Ecce homo de Borja en una pieza única de arte folk. Si son listos, que seguro que sí, los del pueblo se olvidarán de revertir el apaño y explotarán el atractivo turístico del monigote, que al menos durante un tiempo tiene pinta de resultar muy rentable en visitas y merchandising. La Cecilia de la que quería hablar, la cantautora que falleció en accidente de tráfico hace ya 36 años, se llamaba en realidad Evangelina y, miren por dónde, también era pintora. A mí me gusta especialmente su segundo álbum, Cecilia 2, editado en 1973: me gusta tanto que, de hecho, estoy convencido de haberlo citado ya alguna vez en el blog, pero no consigo encontrar la referencia.
El caso es que mi corte favorito de ese disco siempre ha sido Si no fuera porque…, con su letra de pensamientos funestos y lazos cotidianos, escalofriante y tierna a la vez, y resulta que acaba de versionarla Nacho Vegas, al que le sienta como un guante negro. Yo prefiero la original, porque soy algo sentimental y me entusiasman hasta sus arreglos setenteros, pero abajo tienen el resultado con la voz y la guitarra del asturiano. Y resulta que, según leo por ahí, Cecilia también está de actualidad porque este otoño se editará material inédito suyo, un puñado de composiciones que tenía preparadas para publicar en 1977 y que quedaron truncadas cuando murió o, como diría ella misma en esta canción, cuando se convirtió en recuerdo.