El éxito planetario y avasallador de Nirvana fue una sorpresa para casi todo el mundo, pero sobre todo para unos señores ya mayores del Reino Unido que habían triunfado treinta años antes con el nombre de Nirvana. Triunfaron modestamente, si se admite la aparente paradoja, pero lo suficiente como para permanecer en las historias del rock y salir en la televisión francesa junto a Salvador Dalí, que se dedicó a echarles pintura negra encima durante su actuación: cuenta la Wikipedia que la discográfica Island envió después al artista la factura de limpieza del violonchelo. Los Nirvana británicos y progresivos, que para colmo se habían reunido en 1985, llegaron a un acuerdo extrajudicial sobre el uso del nombre con los Nirvana estadounidenses y grunge, por el que (según se ha publicado) 100.000 dólares cruzaron el Atlántico hacia Europa.

Lo que yo no sabía hasta la semana pasada era que los Nirvana viejunos, que deben de ser gente con sentido del humor, estuvieron a punto de grabar un álbum completo de versiones de los Nirvana mozuelos, un proyecto que se canceló a raíz de la muerte de Kurt Cobain. Lo único que se llegó a editar fue su cover de Lithium. Aquí tienen, sí, a Nirvana versionando a Nirvana. Y nadie les podrá acusar de miméticos.