Graham Coxon es una especie de Wally del rock, un personaje casi autoparódico con sus gafas y camisetas a rayas, pero también se trata de uno de los mejores músicos de su generación, según afirman con infrecuente unanimidad colegas como Oasis o Radiohead. Aunque su instrumento habitual es la guitarra –ya saben, llevará siempre la coletilla de haber sido el guitarrista de Blur–, graba sus discos en plan juan palomo, tocándolo él todo excepto algunos teclados: el productor de su nuevo álbum, Ben Hillier, cuenta en el Guardian cómo lo hicieron con primeras tomas, porque «si no se aburre», y lo describe como el rockero más talentoso con el que ha trabajado, y eso que su lista no es precisamente breve.
What’ll It Take sirve como tema de adelanto de ese disco («gente, ¿qué hará falta para conseguir que bailéis?», viene a decir la frase que repite de forma obsesiva) y a mí me recuerda, quizá injustificadamente, a los discos en solitario que editaba en los ochenta Pete Shelley, el de los Buzzcocks. El vídeo es un curioso frankenstein con imágenes de baile enviadas por 85 fans de 22 países.