Llevo tantos años diciendo que Grandaddy fueron un gran grupo que, esta semana, los tenía que traer por aquí casi a la fuerza: acaba de publicarse la edición de lujo de The Sophtware Slump, su álbum del año 2000, y todas las críticas que he leído lo saludan como un disco fundamental, reivindican su vigencia y establecen paralelismos entre sus autores y artistas emblemáticos como Radiohead. A mí, quizá huelgue decirlo, me gustan infinitamente más que Radiohead, así que aprovecho para recuperar una de las mejores canciones de aquel álbum, Hewlett’s Daughter, con una letra un poco desconcertante (que menciona el trabajo de Jason Lytle, líder de Grandaddy, en una planta de tratamiento de aguas residuales) y un vídeo que refleja su obsesión por la tecnología obsoleta, abandonada, en proceso de desintegración… He estado a punto de elegir la siguiente canción del disco, Jed The Humanoid, una bella elegía a un robot autodestructivo, pero he pensado que tampoco era cosa de ponerse demasiado tristón el último día de fiestas. Aunque a lo mejor habría estado bien dedicársela a Marijaia, ese otro humanoide cuyo tiempo se acaba.