Últimamente, Lou Reed es noticia por asuntos muy raros. Y no me refiero al hecho de que se durmiese en su propia rueda de prensa en Barcelona, aunque se trata sin duda de un logro notable: por lo visto, el hombre se abandonó al sueño mientras hablaba su colaborador Lorenzo Mattotti, ilustrador de su visión de El cuervo de Poe, aunque tampoco se habría notado mucho si lo hubiese hecho durante su propia intervención, dada su nula gestualidad y su parquedad de palabras. En fin, Reed también apareció hace poco en los medios por su colaboración con Susan Boyle, la señora prodigio de la música inglesa: primero impidió que interpretase su inmortal Perfect Day -vale, vale, fue un lío de permisos, pero el caso es que lo impidió- y después colaboró muy contento en el videoclip de la versión. De Nico a Susan Boyle, qué resumen de una peripecia artística.

Pero vamos a lo de hoy: resulta que Lou Reed acaba de presentar en Viena su debut como director de cine, Red Shirley, un documental de 28 minutos sobre su prima. La mujer se llama Shirley Novick, tiene 102 años -unos cuantos más que Reed, aunque de cutis andan más o menos igual- y se marchó de Polonia para escapar de los nazis. El Independent, al que no parece haberle gustado mucho la cinta, nos recuerda que Lou estudió dirección cinematográfica en la universidad y apunta que no tiene intención de repetir la experiencia de hacer películas: «Trabajo por instinto y la idea detrás de todo lo que emprendo es hacer algo bonito y no demasiado profundo. Si hiciese otra, sería sobre un coche eléctrico, o sobre el tai-chi», ha declarado, o amenazado. Al menos, el tráiler nos demuestra que el ogro Lou sabe ser amable e incluso conserva la capacidad de reírse. Entiendo que no se lo crean, por eso lo cuelgo aquí abajito.