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Navidades silenciosas

El silencio es la nueva música. Qué frase más guay, ¿verdad?, qué cosa eso de escribir como un gurú dominguero. Pues no, qué va, el silencio no es la nueva música ni el nuevo ruido ni la nueva nada, pero sí que parece haberse puesto raramente de moda en las últimas semanas: tal vez hayan leído por ahí, porque le han dado mucha cancha, que el radiohead mayor Thom Yorke y el primer ministro David Cameron van a participar en un single silencioso con ocasión del Remembrance Day, la jornada con la que el Reino Unido rinde homenaje a los caídos de sus tropas. Serán dos minutos de silencio, pero se supone que se trata de un silencio presencial, es decir, que se pondrán delante del micrófono y permanecerán calladitos. Con lo que, bueno, no debería ser un disco realmente silencioso, porque la vida hace ruido hasta cuando quiere ser discreta, y los artilugios de los estudios modernos son capaces de registrar los rumores más sigilosos, esos roces y latidos y respiraciones que nos delatan.

Con lo que llegamos a John Cage: ya saben que aquí somos bastante amigos de traer a colación 4’33’’, la partitura sin notas con la que el compositor estadounidense demostraba a su manera la imposibilidad del silencio. Pues bien, también está de moda, porque hay una campaña –condenada al fracaso, claro– para convertirla en el número uno de las listas navideñas del Reino Unido. Allí, lo del hit parade en Navidad es una tradición muy cuidada que da lugar a enfrentamientos asesinos: el año pasado, triunfó la campaña que deseaba aupar el Killing In The Name de Rage Against The Machine por encima de un triunfito local, Joe McElderry, y hace un par de años se enfrentaron versiones distintas del Hallelujah de Leonard Cohen. Pues bien, los responsables de Cage Against The Machine, que ese el ocurrente nombre que le han puesto a la iniciativa, creen que 4’33’’ sería un estupendo single navideño. Imagínense, todos en torno a la mesa, charlando en familia, con el silencio sonando de fondo, en lugar de los grandes éxitos de Raphael y la inevitable familia Flores.

Les dejo con una interpretación orquestal de la pieza que respeta su estructura en tres movimientos. Pónganse los cascos, que hay toses, risas y roce de papel al pasar las hojas de la partitura.

 

 

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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