Ya se sabe que la necesidad de categorizar y clasificar lleva a crear estilos cada vez más rebuscados, pero la etiqueta de moda riza el rizo: el witch house es algo tan volátil que cada mención suele ir seguida por unos cuantos sinónimos, como haunted house, porque da la sensación de que incluso quienes utilizan con soltura el término no están muy seguros de que tenga validez. El caso es que, desde antes del verano, hay una avalancha de grupos extraños con un perfil común bastante definido. No todos comparten todos los rasgos, pero sí que es habitual cierta voluntad de eludir la exposición pública, el uso de símbolos en sus bautismos (creo que todo el mundo recurre al copiapega cuando llega el momento de mencionar a gente como †‡†, y hay otros nombres que ni siquiera se dejan, por lo menos en este sistema) y una afición al ocultismo y lo gótico de la que, supongo, viene lo de witch, bruja. Y, por supuesto, trabajan en un mismo territorio sonoro que no resulta fácil de delimitar, con electrónica casera, elementos del dubstep más ambiental, hip hop ralentizado, muchas voces femeninas, atmósferas enrarecidas y, al menos a mi juicio, bastantes herencias melódicas del afterpunk (por ejemplo, de los Cure de la época Seventeen Seconds). En cierto modo, a mí me parecen parientes electrónicos de The xx.
Todo esto lo digo como quien sabe, pero en realidad sólo he escuchado con cierto detenimiento a tres de los proyectos más reputados y con nombres más reproducibles, White Ring, oOoOO y Salem, además de bajarme un par de los muchos mixes de introducción al estilo que circulan por Internet, como éste. A mí me gusta el witch house (no me gusta, en cambio, su nombre), pero me temo que no será plato para todo el mundo: escuchen estos temas de White Ring, a ver…