Ya sé que conmemorar los aniversarios es una convención bastante boba, pero, cuando nos sirven de excusa para volver a aburrir a la gente con una de nuestras obsesiones, lo tonto sería no aprovecharlos. Ayer se cumplieron treinta años del suicidio de Ian Curtis, el vocalista de Joy Division: si son fans, sabrán que el hombre se ahorcó en la cocina de sus padres después de escuchar el álbum The Idiot, de Iggy Pop, y de ver la película Stroszek, de Werner Herzog. Algunos dirán que no es raro que alguien se quite la vida después de tragarse una de las obras magnas del alemán, pero eso es otra cuestión, porque Curtis tenía la vida bastante desbaratada a causa de sus problemas matrimoniales, su lío extramatrimonial y su epilepsia. Dicen, además, que Herzog era su director favorito, algo que en sí ya es bastante digno de admiración.
El aniversario llega justo cuando el bajista de Joy Division, Peter Hook, ha emprendido su particular explotación del legado de la banda con la interpretación íntegra de Unknown Pleasures junto a su banda The Light. En realidad, aparte de ese primer álbum, también están tocando temas más populares como Digital, Transmission o Love Will Tear Us Apart. No sé si va a descubrir la música de Joy Division a muchos fans nuevos, pero lo más alucinante es que, al parecer, la está descubriendo él: «Lo divertido es que nunca me di cuenta de cuántas palabras usaba Ian en las canciones, cada una es como un maravilloso ensayo sin muchas repeticiones», ha dicho. Hook ha visitado la tumba de Curtis en el cementerio de Macclesfield -«para decirle hola y ver cómo estaba»- y ha recomendado a quienes critican su iniciativa «que se jodan». Macclesfield, por cierto, acogerá a partir de julio una exposición sobre Joy Division, comisariada por el periodista Jon Savage, y ha puesto en marcha una curiosa iniciativa en la que escolares del lugar convertirán su música en una suite sinfónica.
Algunas piezas del grupo ya recibieron el tratamiento clásico hace más de una década en el curioso disco The Eternal, Variations On Joy Division, firmado por los suecos The Nàu Ensemble. Les dejo con aquella versión de Decades, llamativa por prescindir de lo más bonito de la canción.