Jamás me atrevería a decir que soy seguidor del black metal, porque eso me parece territorio de profesionales: hay tipos por ahí que tienen su ordenador repleto de extrañas bandas polacas y ucranianas, como si el disco duro se hubiese convertido en un pozo de negrura. Lo mío con el black metal no pasa del interés, el curioseo y cierto activismo, porque tengo comprobado que mucha gente, incluso gente de mente abierta, se cierra en banda ante este estilo, quizá espantada por esa apariencia entre hostil y risible que suelen lucir los artistas.

En general, el black metal tiene unos rasgos estilísticos tan marcados que no se muestra muy propenso a hibridarse con otros géneros, pero las fronteras tampoco son tan nítidas: hay grupos periféricos como los ya disueltos Amesoeurs, franceses que firmaron uno de mis discos favoritos del año pasado. Y ahora mismo se está gestando una colaboración que me tiene intrigadísimo, por lo insólito: la cantautora folkie Marissa Nadler pone las voces en el próximo álbum de Xasthur, uno de esos proyectos unipersonales de black metal que abundan por el mundo. En la foto tienen a su factótum, conocido en sociedad como Malefic. Me encanta la aclaración que aparece en el MySpace de un fan (él se niega a participar en redes sociales y sólo tiene un blog) sobre la poética de Xasthur: «Aunque similar en términos de producción en baja fidelidad y de maquillaje cadavérico, el foco musical y lírico de Xasthur no está en el paganismo, el satanismo o la blasfemia anticristiana, como es común en el género, sino más bien en la proyección astral, la oscuridad, la desesperación, el suicidio, el odio y la muerte». ¡Alegría! ¿Qué hará este hombre con la pobre Marissa?