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Universo Cohen

Todavía me dura la estupefacción por el concierto de Leonard Cohen en el BEC. Qué cosa, señores. A sus casi 75 años, con una presencia que todos querríamos tener de ancianitos y que algunos incluso querríamos tener ahora mismo –ahí lo ven, en la foto de Mitxel Atrio–, Cohen logró que todos nos alegrásemos por la bancarrota que le ha hecho volver a actuar en directo. En vista de lo que hizo anoche, lo de cantautor se queda escandalosamente pobre: Cohen encabeza ahora un espectáculo total, con una banda sin fisuras –desde los subrayados mediterráneos del maño-barcelonés Javier Mas hasta los coros angélicos y las piruetas circenses de las Webb Sisters– y perfectamente planificado para dejar al público satisfecho, incluso sobresatisfecho, como en un banquete donde por puro placer comes más de lo que necesitas. Con bises sucesivos, la cosa se prolongó más de tres horas, descanso incluido, con un Cohen que parecía cada vez más despierto, más fuerte y más contento, disfrutando como un niño de la cómica pantomima de bufón –ay, esa admirable capacidad para reírse de sí mismo– que hace cada vez que abandona el escenario.

Pero nada funcionaría sin las canciones, claro, y Cohen trae el sombrero lleno de temas fabulosos, enriquecidos en directo con arreglos que, además, introducen una inesperada diversidad en su estilo antaño espartano. Al final de la primera parte, en el único tramo donde se juntan algunas composiciones más prescindibles, tuve un acceso de temor: ¿y si la cosa se hacía demasiado larga, y si la magia se acababa diluyendo y la ilusión quedaba en nada? Pero la segunda parte fue un ametrallamiento de obras maestras y de momentos casi sobrenaturales, como ese If It Be Your Will que Cohen simplemente recitó y que después cantaron las Webb Sisters solas, con su guitarra, su arpa y el acompañamiento estremecedor de miles de espectadores en absoluto silencio. En fin, supongo que cada cual tiene sus canciones favoritas de Cohen, y a mí me emocionaron particularmente Bird On The Wire, Take This Waltz y Famous Blue Raincoat.

Resultaba muy llamativa, por cierto, la variedad del público, donde se mezclaban individuos de todas las edades y pelajes: rockeros patilludos, modernetes, pijos, gente con pinta de provenir del mundo del jazz y la música clásica… Daba la impresión de que, si sumásemos los gustos de esos espectadores, abarcaríamos la mayor parte de la buena música que se ha hecho en la historia, pero ayer todos fuimos sonrientes compañeros durante un rato en el Universo Cohen.

Actualizado el día 19. Cohen se desvaneció ayer durante el concierto de Valencia, que fue finalmente suspendido. Esperemos que, tal como han informado, fuese sólo un corte de digestión.

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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