A partir de cierto nivel de popularidad masiva, los grupos suelen ingresar en un universo paralelo, un mundo de mansiones y piscinas rodeado de medidas profilácticas que impiden su contacto con la realidad, esa cosa fea y sucia. Se alejan del común de los mortales, de la gente que escucha sus discos, asiste a sus conciertos y sufraga sus lujos, y muchas veces dan la sensación de no entender absolutamente nada de los resortes que mueven a las personas normales. Las venusianas opiniones de muchas estrellas sobre el intercambio de archivos sirven como muestra evidente de esta distancia, pero Bon Jovi han dado un paso más hacia el solipsismo al azuzar a sus abogados contra…¡un grupo tributo! Ya saben que es costumbre habitual entre estas bandas de versiones bautizarse con alguna modificación ocurrente del nombre de sus modelos, al estilo de los Gansos Rosas o los Neguri Gorriak, y eso es lo que habían hecho las californianas Blonde Jovi (de blonde, rubia), a cuya guitarrista Angela tienen en la foto. Pues bien, al señor Bongiovi y/o a sus abogados les parece que ese nombre, con el que las chicas tocan en baretos y antrillos, “crea una probable confusión” con la banda que ha vendido 120 millones de álbumes en todo el mundo, así que les han advertido de que deben rebautizarse y evitar “cualquier otra marca o nombre similar” al de Bon Jovi. En una precisión muy inteligente, los letrados añaden que no plantean “ninguna objeción” al uso de la palabra Blonde “en tanto en cuanto no sea en combinación con Jovi”. De momento se han puesto Blonde Jersey, pero no sé yo si tiene mucho sentido seguir tributando nada a individuos así.

Por cierto, supongo que ya saben aquel que dice que Lars Ulrich, azote de piratas, se descargó de por ahí Death Magnetic por ver cómo funciona eso de bajarse discos, ¿no? Pues sí, pues sí. Y dice que tardó media hora: si es que están tan protegidos del mundo que no tienen ni conexión buena en sus mansiones.